Junio 3, 2006     PERIODICO PUBLICO  Retrato Hablado


“En el arte, la magia es cuando ves en la obra otro mundo y te metes en él y empiezas a ver por dentro que es algo inexistente, pero que te hace sentir como niño o como anciano”


“Soy un buen truquero”


Hace arte que sí se puede tocar, y entre él y su obra hay una relación de profundo placer. Recuerda sus amores y sus principios, además revela algunos secretos.

 

Perfil

- Nació en Guadalajara, el 11 de diciembre de 1948. Pintor y escultor, ha expuesto su obra en diversos países. Es autor de la Sala de los Magos, la serie de esculturas con forma de sillas que están frente al Cabañas. Tiene figuras similares en Puerto Vallarta y otros
lugares. “Lo que hago va dedicado especialmente a mi hermana María Eugenia”, señala.


Es cierto que trabajó en un circo?

Sí. Como en 1973 o 74. Tenía 23 años y en aquella época mi temática era el circo. Tenía yo muchos recuerdos porque mi nana me llevaba mucho. Pero no fue esa la razón principal sino que con un amigo conocimos a dos muchachas que trabajaban en un circo y yo me enamoré feamente de una trapecista, salimos un par de veces, pero después no me sacaban de ahí, (risas).

Qué hacía?

De todo, en los desfiles del final me vestían de payaso y yo me sentía soñado. También limpiaba la pista y bañaba a los elefantes. Mi intención era viajar con ellos, pero me quedé y lloré a la trapecista. Nunca la volví a ver, fue un amor flamígero. Ella aparece en mucha de mi obra.

Qué aprendió en el circo?

Que son una familia muy unida, artistas muy completos y personajes mágicos que se preocupaban mucho por hacer que las personas salgan contentas.

Usted busca que la gente sea feliz con su arte?

No es mi prioridad. Primero trataría de hacerme feliz yo trabajando. Incluso hay obra que sale muy fuerte, pinturas muy deprimentes.

Cuándo descubrió su vocación?

Desde que tenía diez años jugaba a ser pintor. Tuve la fortuna de tener hermanos artistas y me gustaba mucho ver a mi hermano Miguel cuando pintaba. El ambiente, el olor a pintura, se me hacían muy mágicos. Cuando él aventaba la pincelada me parecía cosa de magia. Él me fabricó un caballete con palos de escoba.

Por qué estudió arquitectura y no arte?

Un poco por presiones familiares, había que ser profesionista, pero a los dos años y medio aventé todo al carajo y les dije: “voy ser pintor”. Pusieron el grito en el cielo, pero empecé a vivir de hacer bodegones. Pintaba parisinas sin conocer París. Agarraba mis cuadritos y los vendía en mueblerías.

Le gustaba pintar bodegones?

Lo disfrutaba mucho, estaba descubriendo muchas cosas, el manejo del color, la intuición de sentir cuando el cuadro te está pidiendo más amarillos o más verdes.

Cómo se lo pide?

Los colores hablan, están vivos, la tela está viva. Es una reciprocidad, es llegar a un punto en donde se unen dos y se hacen uno. Yo lo llamo un acto de amor entre tú y la obra. Es como una especie de pareja, “si tú me das un beso, yo te doy dos, y luego tres”. Es una relación que conlleva mucho placer, crear es un acto de amor, hay orgasmos, pero también es doloroso.

Conquista o lucha?

A veces se convierte en una lucha, pero no lo llamaría conquista porque cuando conquistas algo pierdes el interés. Si yo levanto el pincel frente al cuadro para decir: “gané la batalla”, se pierde toda esa relación amorosa.

Hay divorcios?

No, aunque a veces hay pleitos y hasta mentadas de madre.

Algunas obras se empeñan en que no las deje?

Sí, por supuesto, hay unas celosísimas que me piden uno, dos o tal vez hasta cinco años.

Y cuando la termina y la vende?

Tienes que aprender a tener una actitud de desapego. Hay un placer enorme entre la obra y yo, y después, adiós. A veces es doloroso.

En qué se inspiró para esculpir sillones con elementos humanos?

A principios de los 80 viajé a Nueva York a visitar un amigo pintor que cuidaba a su tío o abuelito, una persona que tendría unos 90 años. El señor ya no se levantaba y casi vivía en su sofá. Un día estábamos tomándonos una chela y vi al señor como una escultura, como si formara parte del sillón. Me impresionó mucho, agarré un papel y dibujé un sofá con cabeza y pies.

Por qué sus esculturas se pueden tocar?

Una vez, de chico, fui con mi hermano a una exposición del maestro Ramiro Torreblanca. Había una escultura hermosísima que me fascinó, me llamaba a que la tocara y me fui sobre ella. Fue un placer inmenso, estaba como metido en un sueño, cuando de repente siento un jalón muy fuerte y oigo palabras muy violentas. Era el guardia que me puso una regañada espantosa. Me traumó el “esto no se toca”. Salí angustiado y dije: “algún día voy a hacer esculturas para que las toquen, las disfruten, para que se orinen en ellas, si quieren”.

Sus esculturas son juguetes?

Para los niños pueden ser un juguetazo. A muchos adultos no les interesa si son obras de arte o no, pero saben que si cruzan por ahí se meten en un espacio que no es cotidiano. Por ahí llega mucha gente; turistas, teporochos, oficinistas, de todo. El secreto fue: “tóquenlas, hagan lo que quieran, son para su uso y su abuso”.

Es cierto que la silla orejona está inspirada en Salinas?

No es cierto. Hice el diseño antes de que él fuera postulado. Lo que sí es cierto es que ya como presidente Salinas iba a inaugurar unas obras aquí. Entonces don Carlos Rivera Aceves (ex gobernador) me propone inaugurar la Sala de los Magos. Le dije que sí y me respondió: “Nomás que hay un pequeño detalle, podrías quitar la silla orejona o aunque sea taparla”, (risas). Le dije que no. Me preguntó: “entonces que no haya inauguración?”, y yo: “pues que no haya”. Y no se hizo para no aludir al señor y se sintiera ofendido como viéndose en un espejo, pero realmente no fue inspirada en él.

Ha hablado mucho de la magia, qué es la magia?

En el caso del arte es cuando te sientes transportado a otro mundo, a tus propios sueños, cuando te ves en un espejo reflejado y te ves de colores. La magia es cuando ves en la obra otro mundo y te permites meterte en él y empiezas a ver por dentro que es una cosa inexistente, pero que está ahí y que te hace sentir como niño o como anciano, y a veces ves la muerte o ves cuando naces, esa es la magia.

Usted es un mago?

No, me consideraría un buen truquero, un buen mañoso para hacer magia, pero no un mago.

 

Juan Carlos Núñez Bustillos