VICTIMARIO

POR ASTRIDH FRANCO

Víctima de la quincena: ANDRES ARROYO CASSIO

 

Gaceta

Un i v e r s i t a r i a

2 de marzo de 1998

 

 

 

Andrés Arroyo Cassio nació el 30 de noviembre

de 1952 en México, DF, hijo de

padres de extracción campesina y el menor

de doce hermanos.

 

Vagabundear por la vida: a los ocho

años dejó de vivir con su familia y comenzó

su vida en desolados terrenos baldíos

unas veces, y otras recluido en internados

subsidiados por el gobierno, albergues,

casas-hogar, en el tribunal y la correccional,

en donde se inició en diferentes oficios

como la juguetería en madera, carpintería,

zapatería y lavandería.

 

Aprendí de los juegos de la propia

vivencia: cuando vivió en los reclusorios

se ligó con todo tipo de gente, que se valía

de las más diversas mañas para salvar su

situación económica: el robo, la prostitución

y el vicio, entre otros. La miseria, la

soledad y el hambre fueron parte de su

aprendizaje.

 

Fue en la penitenciaría de Lecumberri

donde su vida dio un giro: a los 18

años fue recluido por dos años nueve meses,

acusado de asalto a mano armada y

asociación delictuosa. En ese tiempo le nació

el interés por la elaboración de

artesanías. La talla y el relieve que servían

de adorno en los barcos vikingos que vendía

fueron el principio y el descubrimiento

de una habilidad desconocida para él. El

apoyo tanto económico como moral que recibió

de un compañero lo motivó a invertir

más tiempo a la talla de madera, y fue entonces

cuando comenzó a elaborar réplicas

de máscaras que tenían que ver con el arte

y la cultura de los africanos. En 1971 sale

libre y con la talla de máscaras se sostiene

las primeros cuatro años.

 

Entre el arte y otros oficios: la talla

de madera dejó de ser negocio, y en 1976

la abandona para entrar como auxiliar de

topografía. Tres años después consigue un

trabajo de inspector de bombas de agua

y a los pocos meses entró a trabajar en

una herrería, después fue ayudante de

Traimobile de México y por su desempeño

recibió la categoría de soldador B y

por parte de sus compañeros el nombramiento

de delegado departa-mental.

 

Desde entonces, de sus manos han salido

decenas de tallas y bajorrelieves: en

1982 le tocó participar en una huelga de siete

meses y desde entonces de dedicó únicamente

a tallar madera, sólo que a sus creaciones

ya les imprimía sucesos o experiencias

de la vida cotidiana, de la clase pobre y

explotada y de su vida misma. La obra de

Cassio muestra un acercamiento de fuerzas

opuestas: la rudeza y la suavidad, lo tosco y

lo refinado.

 

Su obra se centra en el ser parte de

las cosas y al mismo tiempo es un

contemplador atento: "La complejidad

de los problemas que tenemos, en especial

la clase baja, creo que proviene de una

vida reprimida y llena de conflicto, en que

la única salida es llegar a casa y, pues amar;

es una fuga en que se libera uno de la opresión

de todo el día, es un espacio en donde

el ser humano encuentra un momento

de placer pleno en su vida".

 

Lo que le interesa: es que la gente conozca

su obra, para que la critique, ya que

es la base para el mejoramiento de su

trabajo.