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Antonio Ramírez no cortó el listón de la ceremonia en la que se
inauguraría Luz y tinieblas en nuestro andar, mural que realizó en el
vestíbulo del Congreso. Lo cortó el diputado Samuel Romero Valle, dos horas
más tarde de lo previsto. “Es indigno estar aquí esperando dos o tres horas,
esto debería tener su propio tiempo y toda la seriedad”, expresó el artista
antes de abandonar el recinto, luego de esperar por casi una hora a que se
suspendiera la sesión del Pleno para la inauguración.
El evento estaba programado a las 13:00 horas y entre el ajetreo de
oficiales, diputados y un par de chicas que sostenían las tijeras para el
corte transcurrieron 40 minutos, en los que la constante fue la
desorientación. Ramírez preguntó en varias ocasiones por el comienzo. No hubo
respuesta. “Aquí siempre es así”, expresó alguien en su paso por el
vestíbulo.
Un par de manifestaciones, una del Movimiento por la Defensa del Adulto Mayor
y el Migrante de Jalisco y otra de un grupo que
gritaba a todo pulmón: “¡Queremos moto taxis!” “!Queremos
trabajar!”, contribuyeron a la desorientación cuando ingresaron al edificio.
“Es un caos, se revolvieron muchas cosas”, agregó Ramírez entre los gritos de
los manifestantes, luego de que le avisaron, quince minutos antes de las
14:00 horas, que la espera se prolongaría, por lo menos, una hora más. “Como
fue agendado por el Pleno, ya no pueden volverla a
asignar. Que les encantaría que esperara, pero de todas maneras lo van a
hacer”, indicó sobre el aviso que recibió.
El artista afirmó que las ceremonias no le interesan, que para él lo
importante es que las personas puedan “pasar libremente y observar el mural
sin restricciones. Eso es más importante que cualquier ceremonia”. Antonio
Ramírez no cortó el listón. Tampoco esperó. “No me quedo, me parece indigno y
mal organizado, no es mi manera de hacer las cosas”. Luego de despedirse de
algunos conocidos y entregar a los medios de comunicación, impreso en papel
revolución, el discurso que tenía preparado, abandonó el recinto. En esas
hojas se lee: “Lo que intenté fue que al plasmar mi visión del mundo, la
interpretación de la obra quedara abierta para que quien la vea quede libre
para leer y sentir de acuerdo a su propia experiencia individual, social y
política. Lo que pinté aquí es con la intención de hacer un arte realista, no
en cuanto a hacer una imitación naturalista de la realidad, sino con la idea
de que aquí en la Casa del Pueblo, éste vea, aunque sea parcialmente, lo que
estamos viviendo y ojala sirviera para reforzar su
deseo de cambiar las cosas para bien”. |