Después de seis meses de trabajo, el pintor
Antonio Ramírez terminó el mural Luz y
tinieblas en nuestro andar en el vestíbulo del Congreso del Estado. La
obra de 180 metros cuadrados concluyó hace apenas cinco días, pero ya
recibió cuatro rayones “completamente intencionales” y críticas de los
legisladores, que incluso analizarán si borran la pieza. Ramírez contesta
que, de ser así, los diputados “atentarían contra la libertad de
expresión”.
El presidente de la Comisión de Cultura, José Luis Iñiguez, expresa que las
críticas hacia el mural se han generalizado entre diputados y personajes de
la comunidad cultural. No detalla quiénes se han opuesto a la pieza, pero
sí que “en los pasillos he sido abordado por críticos de arte y diputados
que me han mostrado su inconformidad, porque el mural está mal hecho,
porque los jaliscienses no se sienten identificados. Incluso me han dicho
que es una ofensa para Clemente Orozco que se tenga un mural tan feo en un
edificio tan importante”. El mural, pintado en tres paredes del vestíbulo
del Congreso, fue aprobado por la legislatura pasada. Además del visto
bueno de los diputados, los bocetos de Ramírez fueron analizados por el
director de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura de Jalisco,
Francisco Barreda, y por el pintor Luis Valsoto.
La obra llevó seis meses de trabajo y un presupuesto de 2.5 millones de
pesos. Sin embargo, Íñiguez expresa que la pieza
“no justifica el gasto” y que la anterior legislatura tuvo “pocos elementos
para aprobar este mural”, por lo que el martes propondrá a la Comisión de
Cultura que se realice un foro con especialistas en artes plásticas para
decidir si la pieza se borra o no.
Antonio Ramírez considera que es una falta de respeto y un “atentado de lo
más ridículo” que se piense en la eliminación de su obra. Expresa que desde
que terminó el mural se han generado “situaciones anómalas” como los cuatro
rayones que recibió el fresco, que “fueron completamente intencionales. Me
parece que el ambiente es hipócrita. a mi los
diputados no me han dicho que el mural les parezca mal, el propio Íñiguez vio la pieza a detalle y no dijo nada”. El
creador, originario de la ciudad de México y radicado en Guadalajara,
expresa que la decisión de borrar el mural “es un atentado a la libertad de
expresión y contra la comunidad artística. Yo no pinté la obra para los
legisladores: si esperaban elogios para el Congreso están equivocados”.
Ramírez apunta que el Congreso todavía le debe 500 mil pesos y es tajante
sobre el costo de la pieza: “Si hubiera cobrado como lo hago con un óleo,
hubiera tenido que cobrar tres veces más. Con ese dinero pague químicos,
asesoría técnica, sueldos a los ocho especialistas que me ayudaron”. El
mural, realizado en la técnica fresco en opaco, tiene una vida útil de 700
años y plasma “las luchas contra el poder desde una visión de los de abajo,
porque me interesa expresar la realidad del individuo que está acorralado
en este mundo capitalista, no sólo en Guadalajara, sino en el país y en el
mundo”.
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