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1874-1943
Cecil Crawford O’Gorman, ingeniero quimico metalúrgico y pintor
radicado en México desde 1895, cultivó la pintura como diletante
aristocrático, y expuso en contadas ocasiones sus minuciosos retratos en
casas particulares. A finales del siglo XIX y aún en éste, la práctica de una
de las Bellas Artes era signo de status social, privilegio de casta: fuera de
algunos individuos excepcionalmente dotados por la naturaleza, el talento
denotaba a la elite.
Crawford O’Gorman, Alfonso Michel, Manuel González
Serrano, Emilio Baz Viaud no consideraban la pintura como un oficio, sino
como un pasatiempo. Produjeron poco, en los momentos que les dejaban libres
otras actividades, su vida social o sus enfermedades. En ese sentido,
prolongan la tradición del dilettantismo decimonónico. Con la delicadeza de los miniaturistas del siglo
pasado que pintaban al óleo sobre marfil o pedazos de concha, retratos que
hoy llamaríamos "fotográficos", Cecil Crawford representa a sus
parientes y a sus amigos cercanos. El óleo muy aguado, y el temple, aplicados
a la usanza antigua, le permiten representar hasta en sus más íntimos
detalles las sombras discretas, los pliegues de un vestido o los paisajes
diminutos de los fondos.
"Siete
pintores en Bellas Artes: "La otra cara de la escuela mexicana La Cultura en México, 5 de diciembre de 1984 Por: Olivier Debroise |
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