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Realidades concretas | La obra de Vázquez Baeza será
expuesta en el Ex Convento del Carmen a partir del 3 de octubre.
Eduardo Vázquez Baeza reúne 31
obras recientes en el Ex Convento del Carmen con motivo de sus 40 años como
artista EL
INFORMADOR.-GUADALAJARA, JALISCO.- Desde que el arquitecto jalisciense Eduardo Vázquez
Baeza se inició en la creación plástica, a finales de la década de los 60, ha
realizado una vasta exploración técnica en la factura de sus piezas que se ha
mantenido por debajo del trasfondo temático -los ejes numéricos, rítmicos,
geométricos, de color y estructurales siguen coincidiendo hoy en día, igual
que la meticulosidad en su elaboración, con los de antaño-, como producto de
una evolución mitad intrínseca y espiritual, mitad pictórica y profesional. CRÉDITOS:
Informador Redacción / LDPA Sep-28-2008 |
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Pinta metáforas del orden Realidades Concretas Eduardo Vázquez Baeza, quien muestra a partir de hoy
su obra reciente, asegura que al ver sus obras, el espectador siente alegría.
La exposición reúne 27 piezas en acrílico, técnica
mixta y lienzo, así como una escultura Jonathan Lomelí López MURAL Guadalajara,
México (3 octubre 2008).- Detrás de cada acto o forma viva hay un
orden. Nada queda al azar, porque todo se sostiene bajo una estructura. Eso,
precisamente, intenta reflejar el artista plástico Eduardo Vázquez Baeza
(Guadalajara, 1945) en sus pinturas. "Todo está hecho en una estructura, siempre me
he basado y he creído en esto. Todos los jardines, por más naturales que
sean, siempre tienen una geometría", expone el arquitecto y artista. Su obra se define como geometría realista, que
representa figuras exactas, cuadrados, rombos, triángulos, líneas y colores,
todo distribuido en una superficie que no intenta representar nada más. "Es geometría realista, que los colores
representen lo que son: colores, no que representen estados de ánimo. Que
representen las formas, una línea, un cuadrado, una retícula", explica
el artista. Hoy, a las 21:00 horas, en el Ex Convento del
Carmen, se inaugura su exposición "Realidades Concretas. 40 Años de
Búsqueda", en la que reúne 27 piezas en acrílico, técnica mixta y
lienzo, así como una escultura, parte de su producción durante los últimos
dos años y medio. Por muchos años, Vázquez Baeza trabajó al lado del
arquitecto y escultor Fernando González Gortázar,
quien también se inclina por el geometrismo. Sus
exposiciones han cruzado fronteras hacia países como Estados Unidos, Canadá y
Suecia. Lo que refleja en su cuadros
es parte de una convicción personal hacia el orden como elemento
tranquilizador ante los caos imperantes en la vida diaria. Sus cuadros,
afirma, intentan transmitir quietud, calma, caridad, esa sensación de control
y seguridad que pacífica el espíritu. "En la mañana cuando ven mi obra se pone la
gente muy contenta, muy alegre", asegura, "los hace sentir con
orden", refiere sobre la experiencia de quienes han comprado sus
cuadros. Se define como un hombre tranquilo, sin
pretensiones, que desde 1971 es académico en el ITESO, en donde imparte la
asignatura de Fundamentos del Diseño. "No quiero hacer escuela de lo que hago, ni de
lo que digo", repara. También, el despacho en donde labora, proyectó el
Parque Metropolitano, entre otros trabajos de paisajismo en la Ciudad. En la biblioteca de su casa, rodeado de decenas de
libros dispuestos en varias estanterías, despojado de cualquier tono
dogmático, refiere que hace falta incorporar más el orden a nuestra vida como
individuos y como sociedad. "Todo está basado en una geometría, los árboles
tienen una geometría, si ves cuando cortan un árbol cómo se ven los ejes
concéntricos del crecimiento; las hojas, y cómo la sabia camina por todas las
partes" |
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A Eduardo
Vázquez Baeza no le gustan las etiquetas.
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Inauguración
fotos: Inés Palomar
Foto: Ana Jiménez
40 años de ininterrumpida, callada y efectiva labor como creador,
maestro fotógrafo y arquitecto Por:
José Luis Meza Inda Sin
ser ni pretender ser un fenómeno mediático, sin arrastrar multitudes, el
pintor tapatío Eduardo Vázquez Baeza ha cumplido también ya 40 años de ininterrumpida, callada y efectiva labor como creador,
maestro, fotógrafo y arquitecto; motivo por el cual, como ya es añeja
tradición durante la celebración anual de las Fiestas de Octubre en nuestra
ciudad, fue escogido para rendirle un merecido homenaje mediante una
espléndida exposición montada en las salas de recibir del Exconvento
del Carmen. Yo
he tenido el gusto de ver, a lo largo de estas décadas, algunas de las obras
de este pintor, miembro activo del Grupo del Centro de Arte Moderno, cobijado
por don Miguel Aldana Mijares; y he contemplado en ellas el desarrollo
constante de un lenguaje pictórico muy peculiar, de esos que como dije
arriba, no suelen suscitar entusiasmos ni causar conmociones, sobre todo
entre aquellos espectadores cuyos gustos se inclinan por manifestaciones
pictóricas que tienen que ver con formas tradicionales y las representaciones
delimitadas por lo real o lo fantástico, pues Baeza es y sigue siendo
militante indeclinablemente apegado a la otra realidad, la de la abstracción,
la de las líneas rectas, los espacios exactos, los volúmenes nítidos y los
planos cerebralmente calculados, camino del cual, insisto, no se ha desviado
un ápice, ni siquiera por afanes experimentales, mucho menos por tratar de
acomodarse a las conveniencias de las modas o corrientes en boga, de tal
manera que se puede decir que su pintura ha valido siempre, tanto por sus
contenidos estrictamente estéticos, como por su sustento de honestidad ética.
Dejando
pues siempre de lado, tanto las letanías delirantes de ciertos tipos de
neofiguración, como la vaciedad y el sinsentido del llamado arte objetual y sus ridículas variantes posmodernas, Baeza ha
sabido continuar su trayectoria de inventor de pinturas pulcramente diseñadas
y armónicamente equilibradas, entregándose a esos juegos plásticos para armar
que siguen una mecánica cerebral mondrianesca, siempre
incisiva y siempre memorable, tal y como lo vuelve a mostrar ahora en esta
magnífica exposición, en la cual, partiendo de un fondo previamente
reticulado, impregnado de color puro; de la misma manera como un compositor
de música va colocando sus notas sobre el pentagrama, él va colocado pequeños
cuadros y triángulos en relieve, con los cuales integra, sobre la superficie
de sus composiciones, armónicas estructuras, que siguen un ritmo y que
exploran con imaginativa racionalidad, tanto en sentido horizontal como
vertical, las infinitas variantes polifónicas del color y las infinitas
posibilidades visuales de la geometría. Tales
cuadros plástico-musicales, que además ofrecen variados acordes, según sean
contemplados de frente o desde diferentes ángulos visuales, están plenos de
sonido y movimiento; no imitan ni representan, lo reitero, objetos ni sujetos
del mundo convencional, pero ante ellos se experimenta el gozo de una
armónica quietud, de una depuración interior que emana de la escrupulosidad y
limpieza extrema de su mecánica manufactura, y sobre todo, la grata sensación
de estar ante una obra que emana veracidad, que tiene que ver sin duda con la
sólida convicción de un autor que ha elegido y cultivado con naturalidad y
sin desviaciones a lo largo de toda una vida, su propio camino, dentro de uno
de los campos de mayor riesgo en las artes visuales, como es la abstracción
geométrica, trabajándola siempre con ahínco, con obstinación, sin concesiones
ni excesos. CRÉDITOS:
Informador Redacción / OOCH Oct-21 2008 |