Gloria Marín Rendón - Bordadora
Bordadora de culturas

Distinguida como artesana, esta mujer ha ganado fama por las historias que cuenta en sus bordados e incluso ha realizado trabajos para empresas por motivos navideños.

 

 

Foto: Paula Islas

 

 

PUBLICO 7-Marzo-07




Voy a hacer artista”. Cuando tenía seis años, Gloria Marín Rendón se dedicaba a soñar. Gustaba de cantar y bailar mientras barría. “Yo iba a ser artista, iba a ser alguien”.

A los once años, un accidente cambió su vida y su padre le prohibió ir a la escuela: “Para protegerme”. Pero del tema prefiere no hablar. Gloria, la única mujer de un matrimonio con ocho hijos, como comenzó a tomar distintas clases para salir de casa, como cursos de belleza y enfermería. Terminó la primaria y la secundaria a escondidas. Pero lo que más le gustaba era dibujar. “Mi deseo era ser pintora”.

Gloria incluso llegó a vender acuarelas en San Miguel Allende, para ayudar con los gastos de casa. Su anhelo por dibujar tomó la forma de los hilos gracias a Ana Mick, maestra holandesa que la animó a desarrollar su talento. Y comenzó a bordar. A contar historias en sus telas. Primero fueron motivos mitológicos hasta desarrollar un estilo propio: bordado de tradiciones mexicanas. Gloria plasma las costumbres de diferentes pueblos indígenas. “Estoy enamorada de las culturas”. Acompaña su trabajo de música instrumental y el placer de cantar de vez en cuando.

A los 17 años, esta mujer oriunda de Tzintzuntzan y enamorada de Guadalajara, montó su primera exposición en la tapatía Casa Museo López Portillo. Desde entonces iba y venía a la ciudad, siempre en compañía de alguien a petición de su padre. Después exhibió su trabajo en la Casa de Cultural de Zapopan y desde hace 18 años forma parte del Instituto de la Artesanía Jalisciense. En 2000, al lado de otras 56 personas, recibió el reconocimiento de Artesana Distinguida. Tres años antes ganó el tercer lugar en el concurso nacional Muros de México: fue obra fue seleccionada entre trece mil piezas.

Su primer trabajo fue comprado por unos americanos. En total fueron ocho cuadros iguales. Desde entonces su obra no ha dejado de viajar. Y suelta un chiste, envuelta en risas: “Podría tener el récord de más cuadros alrededor del mundo”. Tiene compradores de sus bordados en Alemania, Francia, India, Egipto, Siria, Nueva York, Idaho, Oregon, Portland y Brasil. Recuerda que una vez le “hicieron reverencia” unos diplomáticos egipcios. Afirma que durante un acto en Campo Marte, la ex primera dama, Martha Sahagún, le compró un cuadro. Ahora son unas japonesas quienes la frecuentan.

Una ocasión, en el Festival del 5 de Mayo, de Portland, un visitante identificó sus bordados. “Yo tengo la cuadro Gloria Marín”, dijo, y señaló el cuadro. Otra vez bordó 200 cuadros como pedido para regalar a los ejecutivos de Ferrero en todo el mundo; el motivo fue la Navidad. “Mis cuadros se han hecho muy famosos en el extranjero; en México no tanto”. Durante el Paseo Chapultepec, montó un pequeño sitio para vender su obra a los caminantes.

Con un escritorio modesto, colores llamativos y 42 años, Gloria trabaja entre ocho y diez horas diarias, dedicada a bordar lo que su imaginación le platica. Sin diseños. Un trozo de tela y sus madejas la acompañan. No hay más luz que la que entra por su ventana y no necesita de lentes para plasmar lo que sólo ella ve en su cabeza. De sus cuadros, no acepta favoritismos: “Me gustan todos”.




 

 

 

Guadalajara / Mayte Osuna Zambada