|
Disfrutar de uno de los paisajes rurales de Humberto Hernández, más conocido por El Negro, es un bien innombrable. Ser testigos de la pasión, la energía, y el vigor desenfrenado que de ellos emana, te convierte en un admirador de su obra. Influenciada su mirada por esas visiones que desde pequeño lo asistieron a sus primeros acercamientos al arte, en El negro confluyen virtuosismo, genialidad, rebeldía, desenfreno…
Con un expresionismo auténtico, Humberto se adentra en el paisaje para, - de forma irreverente- hacernos partícipes de sus marinas, sus tempestades, sus empastes cromáticos, los bohíos que le dieron vida. Su poética no radica en mostrarnos per se el entorno, sino una nueva interpretación y asimilación de ese mundo mágico y contemplativo de los campos cubanos.
|