30 de mayo de 2005 | 21
Pasaje cultural
FOTO: ABEL HERNÁNDEZ | GACETA
UNIVERSITARIA
Epitafios para un hedonista
Pinturas de Humberto López Trejo
Diez cuadros del pintor
tapatío permanecerán expuestos hasta el 26 de junio, en la sala de jóvenes
creadores del Museo de las Artes.
Los personajes de estas
pinturas asumen la felicidad como una tragedia divertida, comentó López
Trejo, cuya obra ha sido presentada en espacios como la Puerta 22, el Foro de
arte y cultura, y el bar galería Les fleurs du mort.
¿Hasta qué punto somos
capaces de algo grotesco para conseguir un poco de placer?, pregunta el
artista. Alguna vez, cuando visitaba un cementerio de la ciudad, observó con
detenimiento los epitafios y le asaltó la duda de quiénes serían los
personajes ocultos bajo las tumbas. Ese hecho, y una crítica acerba al carácter
hedonista de ciertos individuos, es lo que dio forma a la nueva serie del pintor.
Sus cuadros han sido
seleccionados varias veces para el Premio de pintura “José Atanasio Monroy”, y en fechas recientes participó en la exposición
colectiva ¡Quiero ver sangre!
Bufones, payasos y demás
personajes de la sociedad que hacen del placer un principio de vida
protagonizan la exposición de López Trejo, quien se inició en la pintura
hace 15 años, de manera autodidacta. ■
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Acerca de
Humberto López Trejo, “El brujo”.
El sobrenombre de El brujo, cuenta, le viene por
consumir sustancias alucinógenas como la silosidina o la mezcalina, y de lo que ha logrado con la lectura del libro Las plantas
de los dioses. “En realidad me gusta [el apodo]. No es como otros
sobrenombres como ‘el Cacotas’ o ‘el Patotas’. Eso
sí está feo”.
Nacido en Guadalajara en 1969, El brujo se maneja
en la pintura de manera autodidacta desde hace quince años. Siempre viajando
por la corriente figurativa.
En 1994 ingresó a la escuela de Artes Plásticas de
la Universidad de Guadalajara, misma que abandonó casi al término de su
carrera. “Decidí no terminar porque me sentí decepcionado. El nivel de una
escuela que pertenece a una universidad debe ser mucho mayor, aparte están
los problemas administrativos; se perdían las calificaciones, me daban
credenciales sin sellas... son cosas que llevan a pensar que no te quieren
ahí”.
Su obra ha sido expuesta en lugares como El Foro
de Arte y Cultura, La Puerta 22, y el bar galería Les Fleurs du Mort. Sus cuadros han
sido seleccionados en varias ocasiones por el Premio de Pintura José Atanasio Monroy. Recientemente participó en la obra
colectiva Quiero ver sangre, que se montó en el Exconvento del Carmen, y en Colotlán.
- ¿Crees en Guadalajara como Capital Americana de
la Cultura? “Como que ha comenzado, por eventos que se realizan en el paseo Chapultepec o en el Exconvento del Carmen, la colectiva de artistas australianos. Por algo se empieza. Aquí
en Guadalajara hubo un tiempo en que las autoridades eran muy decadentes en
el sentido cultural, y hasta hace dos o tres meses se han dado cosas
interesantes. El nombramiento sí es exagerado, pero a veces es cuestión de
mercadotecnia turística”.En su
opinión, la calidad de los artistas jóvenes tapatíos es buena. “Hay pintores
muy buenos y muy jóvenes como Carlos Larracilla,
Fernando Arredondo o Carlos Maldonado. Sólo hace falta presupuesto y gente
que los sepa llevar a buen camino”, comenta.
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Epitafios
para un hedonista
La verdadera felicidad consiste en la serenidad que resulta
del dominio del miedo a la muerte, a la vida futura. El placer es el bien
supremo, entre más dominado tengamos al dolor, más plenitud cobijará nuestros
pasos. Esto parecen decir los personajes de Humberto
López Trejo quien junto con ellos alza la copa y mira hacia Epicuro con mirada
cómplice, socarrona. Y así es su mirada porque entre el pintor y sus obras,
entre los trazos seguros y logrados y lo plasmado en el lienzo, hay caminos
divergentes, un abismo. Los hedonistas de Humberto López Trejo son criaturas
desesperadas en su intento por borrar el paso del dolor sobre si mismos. Son
personajes de nuestro tiempo azotados por la prisa de los placeres efímeros, de
las eyaculaciones precoces de la modernidad. Ya lo decía Epicuro: para estar en
el placer hace falta detenerse. “Que emane la sensualidad”, gritan los rostros
y cuerpos dibujados, mientras vemos como devoran sus particulares mundos a
dentelladas, de un solo bocado, con la urgencia del que teme a la muerte, del
que no ha vencido los miedos, sus miedos. Alza pues Humberto la copa escanciada
con mosto y guiñando un ojo al filósofo aquel de la antigüedad griega se
dispone, con lentitud contemplativa, a esperar, no la culminación del placer,
sino la sensación del deseo a punto de cumplirse.
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Este breve texto fue escrito a manera de breve presentación
de la exposición del buen Humberto en el Museo de las Artes
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