CULTURA   Miércoles 9-noviembre.

 

"Siempre he pintado lo que he querido"
 9-noviembre-05

Con 89 años de edad, el pintor recibirá esta tarde, en el paraninfo de la Universidad de Guadalajara, un doctorado honoris causa “por su destacada obra pictórica y su fecunda labor como formador en el campo de las artes plásticas”.

 

 

Foto: Humberto Muñiz

 

Entrevista : Jorge Martínez, Pintor

Jorge Martínez todavía tiene fuerza para tomar el pincel y llevar ideas al lienzo. Uno de sus últimos cuadros, un San Sebastián crucificado y atravesado por flechas, tiene fecha de 2004 y está colgado en la sala de su casa, donde comparte espacio con las pinturas de una manzana rodeada por libélulas, la naranja cubierta por cáscaras flotantes y el interior de una caja de botellas. Aunque confiesa que los años ya le pesan —tiene 89—, el artista tapatío se muestra vivaz y agradecido por el reconocimiento que, hoy por la tarde, recibirá en el paraninfo de la Universidad de Guadalajara.

El 13 de septiembre pasado, el Consejo General Universitario de la UdeG decidió otorgar un doctorado honoris causa a Jorge Martínez. Los motivos son claros: “Por su destacada obra pictórica y su fecunda labor como formador en el campo de las artes plásticas”. La ceremonia se realizará hoy a las 19:00 horas. Luego de un accidente en 1996, el artista dejó un tiempo la pintura. Ahora la ha retomado porque tiene un ofrecimiento del Museo de las Artes para montar una gran retrospectiva de su obra.

La casa de Jorge Martínez es una suerte de santuario donde abundan las esculturas de reminiscencias africanas e hindúes, pinturas y objetos decorativos. Alumno de Jesús Guerrero Galván y Francisco Rodríguez, Caracalla, el pintor tapatío colaboró con José Clemente Orozco en la realización de los murales que se ubican en el paraninfo de la UdeG, el Palacio de Gobierno y el Instituto Cultural Cabañas. “Recibir este homenaje en vida, ya que estoy en el ocaso de ella, es muy satisfactorio. Es el más grande honor que he recibido”, asegura.

¿Qué le dejó trabajar con José Clemente Orozco?
Todo. Jesús Guerrero Galván me dio grandes conocimientos en el dibujo. Pancho Caracalla me enseñó lo más duro del oficio. Cuando tuve conocimientos básicos, que me permitieron entender y comprender las enseñanzas de Orozco, aprendí una cantidad enorme de técnicas y todo lo relacionado con la pintura: la parte de historia del arte, de estética. Fue para mí una fuente muy grande de enseñanza.

Usted ha transitado por prácticamente todas las vertientes del realismo. ¿Por qué el gusto?
Hice experimentos, tentativas, de trabajar en otros géneros, pero no me satisfizo el arte abstracto ni el paisaje. Tampoco me dio por pintar flores o animales. Me dediqué más a la figura humana y mi tendencia siempre ha sido realista. Soy un admirador grande del surrealismo, del onirismo y todas esas manifestaciones que tienen conexión con el arte realista.

Se ha dicho que el hiperrealismo en Jalisco le debe mucho. ¿Qué opina de esto?
Favor que me hacen. Durante muchos años fui maestro de la escuela de artes plásticas y han pasado por mis manos muchos artistas que han destacado. Sin embargo, no creo haber influido en ellos. He tenido el buen sentido de dejar que desarrollen su propia personalidad.

¿Cómo ve a las nuevas generaciones de pintores?
Hay una gran diversidad. Hay pintores de mucha valía y gran calidad, pero también muchas personas que no sé qué están haciendo allí, que tienen la desvergüenza y el poco sentido de autocrítica para exponer cosas de mala calidad.

¿Hubo alguna idea que no haya podido llevar al lienzo?
Por fortuna, aunque suene un poco pretencioso, no he tenido limitaciones. Con tantos años de practicar el oficio, desde los trece hasta lo 89 años que ahora tengo, puedo decir, sin falsa modestia, que no tengo limitaciones. Siempre he pintado lo que he querido.

¿Cómo es la relación con la gente que formó como maestro?
Desgraciadamente, el magisterio trae aparejado el malagradecimiento de muchas personas. Por fortuna, también hay gente que reconoce que le he dado algo: son, precisamente, los artistas más destacados, los que han llegado a pintar como ellos quieren. Hay pintores de una calidad muy grande que fueron alumnos míos, como José Galindo, Sergio Garval o Roberto Carlos. Ellos no se han olvidado de mí.

¿Cuáles son los temas que le han interesado como pintor?
Aquí en mi casa nunca ha dejado de haber niños. Pinté una cantidad enorme de niños y niñas. Me gusta mucho la piel morena cuando está pintada en el lienzo. También me interesa el desnudo y el retrato. Me ha atraído la naturaleza muerta, las frutas. Me encanta mucho tomar temas que pasan desapercibidos para mucha gente: papeles arrugados, a medio quemar, la semilla de alguna planta. Les saco partido y trato de darles vida en el cuadro. Me da mucha satisfacción ver que lo que yo he pintado y realizado no pasa de moda. He tenido la suerte de que mi pintura haya gustado y perdurado desde que empecé a trabajar hasta la fecha.

Reconocemos

La obra de Jorge Martínez porque es un virtuoso de la imagen y por su alta calidad plástica. Él domina muy bien la técnica de la piroxilina. Es un verdadero maestro, porque ha creado una escuela y hay muchos pintores que han seguido su lenguaje y su discurso plástico.
(Paco de la Peña, Pintor, crítico y martillero)

Jorge Martínez tiene prestigio como académico. Es muy cuidadoso para poner su color, su pintura. Le gusta mucho la naturaleza muerta. Con él comenzó una etapa de la escuela de artes plásticas, la más reciente a nosotros. Lo último de su obra ha tenido cierto carácter hiperrealista.
(Jorge Navarro, Pintor y maestro)

Fui su alumna por cuatro años: lo conozco como maestro y ser humano. No nos hemos dejado de ver desde hace 25 años. Es uno de los artistas plásticos de Jalisco que más ha sobresalido. El maestro es una persona muy disciplinada, que siempre se rigió por la técnica. Muchos de los artistas que ahora destacan fueron sus alumnos.
(Sunny Ramírez, Directora del MUSA de la UdeG)

Mariño González, Guadalajara

 

EL INFORMADOR

Jorge Martínez recibe el Honoris Causa



“El más grande de mi vida”, dice el artista



• Jorge Martínez López, quien es invitado por el muralista José Clemente Orozco para realizar las obras de gran formato, será reconocido este miércoles por la UdeG con el Honoris Causa por su destacada labor artística, manifestada de manera principal en la fundación de la Escuela de Artes Plásticas.

 

Por su destacada labor artística, manifestada principalmente en la fundación de la Escuela de Artes Plásticas, la Universidad de Guadalajara (UdeG) le entregará este miércoles, a las 19:00 horas, el título doctor Honoris Causa a Jorge Martínez. Es un reconocimiento que el pintor llama “la culminación de mi vida”

 

La sonrisa era inevitable. Jorge Martínez agotó los calificativos al escuchar el nombre de la Universidad de Guadalajara. La institución que lo adoptó “por 57 años de mi vida”. La misma que hoy, a las 19:00 horas, le entregará el título doctor Honoris Causa, en el Paraninfo “Enrique Díaz de León”.
“Por nada me perdería esta gran deferencia que han tenido conmigo”, confiesa quien fuera fundador de la Escuela de Artes Plásticas. Recibir el Honoris Causa es “la culminación de la vida que he llevado en la Universidad de Guadalajara de todos mis esfuerzos, mis preocupaciones, los gustos que ahí tuve y es para mí una gran cosa tener vida para recibir esta gran distinción, la más grande que la Universidad me concede”.
Después vienen los recuerdos. Algunos, “muy satisfactorios. También muy desagradables”. La época que experimentó durante su gestión fue una vida “de convulsiones políticas muy fuertes por la facilidad que se concedía a los alumnos para ingresar a la escuela -rememora-. Tuve personas adiestradas por el partido comunista en Rusia para agitadores”. Los dolores de cabeza cada vez fueron más patentes. También las llamadas telefónicas de madrugada; “eran para amenazarme, para ofenderme, gente muy baja, muy sucia”.
Los ojos del pintor de 89 años de edad retoman su brillo a la hora de enumerar las cosas buenas de su época como director y maestro de la Escuela de Artes Plásticas. “Por fortuna nunca tuve problemas de indisciplina con mis alumnos, nunca llegaron a faltarme, tuve el aprecio de ellos, guardo muy buenos recuerdos de la gente que traté, que trabajó conmigo, que me ayudó a llevar esa escuela por buen camino”.
Jorge Martínez estuvo al frente de la dirección por nueve años. Inscrito en la institución fueron 57 años, aunque “descotando mis ausencias, mis años sabáticos y demás, la institución registró 52 años de servicio”.
Es cierto que el artista se sintió tranquilo cuando la jubilación fue cristalizada. “Me hacía falta”, dice. Sin embargo, también extrañó. “Después de trabajar tantos años ahí... Mis salones de clases estaban en el tercer piso. Ese ejercicio de subir tantas escaleras hasta eso extraño. No lo resentí tanto porque antes de pedir mi jubilación tuve dos años sabáticos continuos. No fue de golpe y porrazo mi retirada de la Universidad, poquito a poquito fui aclimatando esa necesidad”.
-¿Cómo era el maestro?
“Eso que lo digan mis alumnos pero nunca tuve problemas disciplinarios. Nunca abusé de mi autoridad, pero creo que tampoco fui débil o amante de relajar disciplinas. Llevamos una relación estrecha entre mis alumnos y yo, pero muy respetuosa y creo que fue efectiva”.
-¿Y la enseñanza?
“Me preocupo mucho por el oficio... Es como el escritor que necesita conocer su idioma. El pintor necesita saber los materiales que emplea, cómo utilizar las técnicas, saber componer, saber dibujar, saber todo lo que se requiere para lo que se llama pintura. Ahora hay muchos pintores que no tienen la menor idea de lo que es pintar, pintores abstractos que pintan así porque no pueden pintar otra cosa, ya están con una degeneración enorme, copiándose la manchita y juntando colores sin ton ni son, sin saber lo que va a resultar. Hay muchos pintores improvisados, así como hay muchos pintores talentosos en nuestro medio”.
A sus 89 años, Jorge Martínez continúa produciendo, pese al accidente que sufrió años atrás y afectó no sólo su columna vertebral, sino el movimiento de sus manos. “Empecé desde que tenía 13 años a estudiar pintura, tuve una disciplina muy amplia, entonces de golpe y porrazo dejar ese ritmo de vida, ese oficio, es duro”.
Incluso, el pintor adelantó que en diciembre próximo el Museo de las Artes de la UdeG organizará una retrospectiva con obra realizada desde 1930 hasta 2005. “Tengo obra suficiente para recorrer todas las etapas de mi pintura, mis ensayos, mis búsquedas, mis fracasos, mis hallazgos, lo que yo soy, poco o mucho que valga, pero creo haber sido sincero conmigo mismo y tener una personalidad en mi pintura”.

 

 

 

PÚBLICO CULTURA   Jueves 10-noviembre 2005

 

Jorge Martínez se hizo doctor entre amigos
 10-noviembre-05

Hace 70 años, el artista tapatío asistió a José Clemente Orozco en la realización de los murales del paraninfo de la UdeG.

 

 

El pintor recibió el reconocimiento visiblemente emocionado. Foto: Iván García

 

Jorge Martínez tardó menos en recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara que en salir del paraninfo Enrique Díaz de León. No sólo porque, a sus 89 años, necesita un bastón para caminar. El pintor tapatío, que anoche convocó a más de 200 personas, entre niños, jóvenes, adultos, ancianos y hasta un punk muy elegante, no se quitó su medalla para salir del recinto y, a cada paso, fue detenido por amigos, familiares, colegas y ex alumnos que se tomaron una foto con él o simplemente quisieron darle un apretón de manos.

Bajo los murales de José Clemente Orozco, en los que el propio Jorge Martínez (Guadalajara, 1916) colaboró como asistente allá por el decenio de los treinta, el pintor recibió su diploma, su medalla y varios minutos de un atronador golpeteo de palmas. El doctorado honoris causa, que el Consejo General Universitario de la UdeG decidió concederle “por su destacada obra pictórica en Jalisco y el mundo y su fecunda labor como formador en el campo de las artes plásticas” fue celebrad con una amplia sonrisa del artista.

Ausencias

El primer aplauso, el más prolongado, llegó con el principio de la ceremonia. En la mesa de honor estaban el rector de la UdeG, Trinidad Padilla López, y el rector del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, Carlos Correa Ceseña. En representación del gobernador de Jalisco no asistieron ni la secretaria de Cultura ni el director de Artes Visuales, sino un sonriente y engalanado director de la Red Estatal de Bibliotecas, Jorge Omar Ramos Topete. Cuando el conductor del evento mencionó el nombre del homenajeado, el público, que casi llenó la planta baja del recinto, le dedicó un sonoro aplauso de pie.

Ante el rostro visiblemente emocionado de Jorge Martínez -que al paso de la ceremonia se mostró un poco cansado, sólo para volver a iluminarse hacia el final del acto-, el primero en tomar la palabra fue el rector del CUAAD, quien hizo una semblanza del pintor tapatío y recordó que en los treinta del siglo XX, “cuando muchos maestros se alejaron de la Universidad de Guadalajara por motivos ideológicos, el artista se quedó allí, en sus clases y con su arte”.

En las primeras filas del paraninfo estuvo la directora del Instituto Cultural Cabañas, Elena Matute, la encargada del Museo de las Artes de la UdeG, Sunny Ramírez, que hace 25 años fue alumna de Jorge Martínez. Los escultores Alfredo López Casanova y Alejandra y Óscar Zamarripa, además del investigador y crítico Javier Ramírez, se dieron cita para felicitar al maestro.

El maestro

El pintor no habló mucho. A la entrada del paraninfo Enrique Díaz de León, bajo el rótulo de “Jorge Martínez. Doctor honoris causa”, se exhibió un cuadro del artista fechado en 1992: una niña morena, sentada y vestida de fiesta, sosteniendo una manzana verde como las que el pintor ha pintado durante años en su obra. Muy serio, el homenajeado vio el video sobre su vida en la enorme pantalla ubicada en el recinto y permaneció con el semblante tranquilo mientras el rector de la UdeG ofrecía su discurso.

Uno de los aspectos que Trinidad Padilla López destacó fue el de las condiciones que, en los cincuenta del siglo pasado, puso Jorge Martínez para aceptar el cargo de director de Artes Plásticas de la casa de estudios: nuevo edificio, cese de todos los maestros, nuevo plan de estudios y empezar de cero. “Esta estrategia fue un éxito, pues se creó una de las mejores escuelas de arte del país. Incluso, las academias de San Carlos y La Esmeralda, de la ciudad de México, adoptaron su plan de estudios”.

El discurso de Padilla López terminó y Jorge Martínez volvió a sonreír. Después de que se le entregaron su título y su medalla, el artista tomó la voz. “Traía preparadas unas palabras, que me abstengo de leer, porque después de la magnífica disertación del señor rector de la Universidad de Guadalajara y del arquitecto Carlos Correa Ceseña, lo que yo diga sería repetitivo”, comentó Jorge Martínez, quien agregó: “No tengo más que una vida y las mismas actividades que ya se han descrito tan elogiosa y, puede ser, inmerecidamente”.

Con un tono pausado, el pintor dijo que, la distinción de haber sido nombrado doctor honoris causa, “es inolvidable y la más grande que he recibido en mi vida. He estado adscrito a la Universidad de Guadalajara desde que salí de la primaria”. Al final, después de tantos saludos y fotografías, el Jorge Martínez se retiró, luego de que una voz se compadeciera: “El maestro ya está cansadísimo “.

 

Mariño González, Guadalajara

 

MURAL

Martínez asegura que nada se le olvida, ni del pasado ni del presente, está muy lúcido. 

Foto: Enrique Ortiz

Artista de honor

Por Corina Preciado
MURAL
Grupo Reforma

Guadalajara, México (11 noviembre 2005).- En pleno centro de la Ciudad hay una casa, llena de esculturas africanas y budas tailandeses, que parece un bazar de Timbuctú, trasplantado mágicamente a Guadalajara.

Ahí, acompañado de dos perros, vive el pintor Jorge Martínez, que estudió con Jesús Guerrero Galván y trabajó al lado del muralista José Clemente Orozco.


El creador, que aún vive en la misma finca en la que nació, recibió el miércoles por la noche el Doctorado Honoris Causa por los 52 años que pasó enseñando en la Universidad de Guadalajara.

Martínez, que camina con dificultad y a quien hay que hablarle fuerte para que escuche, cuenta que sus 86 años le pesan, pero señalando su cabeza, asegura que allá arriba todo funciona bien.

"Me acuerdo perfectamente de lo que pasó ayer, de lo que pasó hoy, de lo que pasó hace muchísimos años".

Entre esos recuerdos, se encuentra una de las anécdotas más entrañables, que vivió al lado del autor de "El Hombre de Fuego".

"Orozco tuvo un ayudante inepto, irresponsable, muy aficionado a la bebida, era un alcohólico y Orozco lo desplazó, le dijo 'ya no venga aquí conmigo, no creo que reciba nada de mí'", relata Martínez.

"Y él le contestó 'maestro es que a mí me gusta mucho la pintura' y Orozco le contestó 'hay que distinguir entre lo que a uno le gusta y lo que uno puede hacer. A mí me gustan mucho los huevos de gallina, ¿pero usted cree que algún día pondré uno?'".

Martínez cuenta esta historia entre carcajadas y luego, un poco más serio, reconoce que él tuvo suerte, porque pudo hacer lo que le gustaba: pintar y dar clases.

Desde los 13 años tomó el pincel y a los 17 ya era profesor de dibujo en la escuela de artes plásticas de la UdeG, mientras continuó con una carrera de ingeniería civil, que terminó pero nunca ejerció.

De sus clases, dice que le hace falta el ejercicio que implicaba subir los tres pisos hasta llegar hasta donde impartía sus lecciones. También extraña a sus alumnos, entre los que destaca especialmente a José Galindo y a Sergio Garval.

"Si algo hice fue no someterlos a disciplinas que pudieran haber coartado su talento, su habilidad, haber tenido el sentido común de dejar que se desarrollaran", explica Martínez.

Eso dice de los pintores y escultores, pero no tiene la misma opinión de los exponentes de las diferentes manifestaciones del arte actual, que usan técnicas heterodoxas.

"Se han olvidado del oficio, no tienen talento, no saben lo que es la pintura. Son pintores improvisados, que de la noche a la mañana quieren que su trabajo sea una obra de arte. Creo que hay en términos vulgares mucha tomadura de pelo en esas manifestaciones, que se sufren en todo el mundo".

Ahora, retirado de sus labores como profesor, sigue trabajando en su pintura, a pesar de las dificultades en sus manos. Al fin y al cabo hace lo que quiere y lo que puede.

El maestro
Nació en Guadalajara en 1919

Estudió pintura con Jesús Guerrero Galván

Entre 1932 y 1935 formó parte del grupo Pintores Jóvenes de Jalisco, que dirigía Francisco Rodríguez "Caracalla".

Fue director-fundador de la Escuela de Artes Plásticas de la UdeG de 1953 a 1962.

Ha recibido reconocimientos como el Premio Jalisco en 1959.



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EL INFORMADOR

Más de medio siglo de pintura y docencia



• Jorge Martínez fue investido el miércoles

pasado doctor Honoris Causa por

la Universidad de Guadalajara.

 

En lo particular, no soy un aficionado del muralismo mexicano. Reconozco en él un movimiento importante en la vida de México concebido por el genio de Vasconcelos y que, según Enrique Krauze, se convirtió en el evangelio de la Revolución Mexicana. Luego de este acontecimiento surgieron numerosas generaciones que abrazaron con ahínco esa línea pictórica, no sólo en la técnica, sino también en el discurso. Esa es la parte en la que no veo una prospectiva interesante del ya extinto muralismo mexicano, siempre anclado en una dialéctica que no permite reconciliación alguna entre sus acontecimientos y personajes tanto nacionales como extranjeros. Es esta misma corriente la que se encargó de mostrar a todo México el encuentro de dos culturas como una deshonrosa conquista, nociva y perniciosa. Hubo muy pocos muralistas que destacaran sin hacer alusión a ese discurso, como Rufino Tamayo, que aun a pesar de las polémicas y descalificaciones de parte de Siqueiros y Rivera por su falta de compromiso, fue un muralista siempre fiel a su arte universal.
El miércoles pasado fue reconocido por la Universidad de Guadalajara el pintor y muralista Jorge Martínez con el Doctorado Honoris Causa. Contemporáneo de Jesús Guerrero Galván y ayudante de Orozco, lamentó la tomadura de pelo de las manifestaciones actuales, de los artistas que quieren ver su trabajo como obra de arte de la noche a la mañana. Jorge Martínez formó parte del grupo de pintores jaliscienses que encabezara el osado pintor Francisco Rodríguez Caracalla; fue además Premio Jalisco y director-fundador de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara. Un merecedor del premio por sus 52 años dedicado a la pintura y a la enseñanza del oficio.
Uno de sus trabajos de pintura mural se puede apreciar en el CODE Jalisco. Lleva por título La Juventud y la Revolución Constructiva de México.
Realizado en dos secciones que separan las tonalidades del mural, la primera relativa a las Ciencias las Artes y la Cultura, en la que aparecen figuras como Gómez Farías y Manuel M. Diéguez; la otra, muestra la figura de López Mateos y algunas representaciones de su obra de gobierno. El anterior es un testimonio que nos muestra cómo se puede plasmar un hecho social, que permite el diálogo entre los personajes, que muestra una visión prospectiva. Puedo entender que alguien piense lo contrario, incluso que considere el arte como crítica social, como una herramienta de expresión crítica ante la vida, lo cual es válido. Sin embargo, considero que una corriente de tanta influencia como lo fue el muralismo mexicano, una escuela generacional, desperdició demasiada pintura en acentuar visiones enfrentadas de nuestra historia.
Los últimos muralistas mexicanos se han ido en los últimos años: el oaxaqueño Rodolfo Morales y el michoacano Alfredo Zalce. Raúl Anguiano sigue pintando dentro y fuera del país con su espíritu incansable. En el contexto actual, existen casos alentadores, jóvenes pintores como Sergio Garval, discípulo del maestro Jorge Martínez, que ha sabido adoptar una técnica, pero lo más importante, desdoblarla para hacer un arte propio encaminado a Goya, como algunos críticos lo señalan. De carácter intenso, en sus conglomerados y escenas colectivas sabe recrear diferentes situaciones del hombre posmoderno y esto lo ha hecho merecedor de importantes reconocimientos y de un lugar en la plástica actual. Garval es parte de los 52 años de pintura y docencia del maestro Martínez, que ha sacado la casta para mantener la plástica jalisciense en un buen lugar.

 

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