José Rolón (1876-1945) José
Paulino de Jesús Rolón nació en 1876, un año
después que Julián Carrillo, en Zapotlán el Grande,
Jalisco. Esta población también fue el lugar de nacimiento El padre de Rolón también era músico: dirigía la orquesta de Zapotlán, que él mismo había formado. Mientras vivía en
este ambiente musical familiar, inició sus estudios de piano en su poblado
natal. Después de estar un tiempo en el seminario, decidió salir de allí y
continuar con sus estudios de piano. Se casó en 1899 y en ese mismo año nació
su primera hija, María Luisa. Al año siguiente su esposa falleció al dar a
luz a su segunda hija, que moriría a muy corta edad. En 1902 se trasladó a la
ciudad de
Entre 1900 y 1905
José Rolón escribió sus Tres danzas (Bosquejos)
para piano, que reflejan claramente su cercanía con el ámbito popular. Las
obras de este primer estilo de Rolón pertenecen al
género denominado música de salón, En 1903 viajó a
Europa para estudiar con el gran pianista Moritz Mozkowski y con André Gédalge. Regresó a México en 1907, fijando su residencia
en El festín de los
enanos y el Congreso Nacional de Música de 1926 Rolón escribió en 1925 una pieza orquestal titulada
El festín de los enanos, que ha sido catalogada Estos franchutes ya se enojaron porque a su nana
la pellizcaron. [...] Estos franceses ya se enojaron porque sus
glorias les eclipsaron. [...] Se hacen chiquitos, se hacen grandotes y nunca pasan de
monigotes. El final de El Festín
de los enanos tiene un gran parecido al final de El aprendiz de brujo de Paul Dukas. Esto no tiene nada
de extraño, pues Rolón conocía la obra del francés,
que fue escrita en 1897 y estrenada en México por Manuel M. Ponce 21 años
después de su composición. Un par de años después de la composición de El
festín de los enanos, el compositor jalisciense estudiaría en Francia con el
autor de El aprendiz de brujo. En 1926 se realizó en
México el Primer Congreso Nacional de Música (evento que había sido sugerido
desde 1919 por Ponce), cuyo propósito fundamental era buscar una identidad
propia para la música de nuestro país. Una de las propuestas más originales,
que por cierto no fue aceptada, era que junto al estudio de la música
folklórica mexicana, se adoptara la teoría de Julián Carrillo llamada
"Sonido 13", pues era la creación de un compositor mexicano que
daría a nuestra música un sonido absolutamente propio. Un par
de pequeños dibujos escucha El poeta
mexicano José Gorostiza fue miembro del grupo
llamado "Los Contemporáneos", al que pertenecieron también, entre
otros, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y
Gilberto Owen. Gorostiza publicó en 1925 su primer
libro de poemas, titulado Canciones para cantar en las barcas. En 1932 Rolón escogió una de las cuatro secciones del libro
mencionado para basar su ciclo de canciones, titulándolo Dibujos sobre un
puerto, al igual que la sección del libro de poemas. Estas siete piezas para
voz y piano son pequeñas, muy pequeñas canciones, que recuerdan en su
brevedad a los haikais japoneses, que son poemas
muy cortos, concentrados. Uno de los dibujos es llamado
"Cantarcillo": He aquí el texto completo de esta canción: SALEN
las barcas al amanecer. no se
dejan amar, pues
suelen no volver o sólo
regresan a descansar. Otro de
los Dibujos sobre un puerto se titula "La tarde", y, aunque su
texto no es el más corto del ciclo, es aún más breve que el del ejemplo
anterior: RUEDAN
las olas frágiles de los
atardeceres como
limpias canciones de mujeres. José Rolón y el folklore Rolón
fue amante de la música folklórica de su país. Conoció la tradición musical
nacional por experiencias directas. Así se formó un altísimo concepto del
gran legado musical de nuestro pueblo. Para darnos una idea de lo que pensaba
el compositor de Zapotlán acerca del folklore
mexicano, y de paso para conocer algo de sus escritos, leamos un testimonio
suyo: La casualidad me llevó últimamente de uno
de los pueblos inmediatos a Guadalajara, donde había una fiesta popular y
entre la abigarrada multitud que discurría por la placita del lugar, tuve la
fortuna de encontrar un grupo de músicos ambulantes indígenas y escuchar
varios "Sones", entre los cuales uno me llamó en particular la
atención. Verdaderamente maravillado quedé al oírlo. Su melodía bella y sencilla,
encomendada al principio a los violines [...] iba desarrollándose con esa
persistencia terca y testaruda que todos conocemos. Una guitarra hacíase cargo de la parte del acompañamiento, en tanto
que un arpa subrayaba sus encontrados ritmos. [...] Poco a poco sus acentos volvíanse más intensos; multiplicábanse
sus posibilidades y recursos; en ese momento intervienen las voces; la
guitarra, el arpa, los violines, todos, bajo un mutuo impulso, acrecientan
extraordinariamente su dinamismo, para estrechamente ceñidos, ir, al fin, a
fundirse en lujuriosa y deslumbrante orgía de sonoridades y de ritmos... He aquí, me dije, la fuente verdadera de
perenne belleza. En 1930
escribió una de sus obras maestras para piano, las Tres danzas indígenas, basadas
en el folklore jalisciense, pero que utilizan un lenguaje musical moderno. La
primera danza nos revela una sencilla melodía que nos remite claramente al
folklore. Pero los choques disonantes en la armonía nos indican un lenguaje
moderno, que nada tiene que ver ya con el estilo romántico de música de salón
de sus primeras obras. Es interesante apreciar el desarrollo del lenguaje
musical de un compositor a lo largo de su vida, que en el caso de Rolón podemos constatar al comparar las Tres danzas
indígenas de 1930 con las Tres danzas (Bosquejos) de 1900-1905 mencionadas
anteriormente. Años
después de la muerte del compositor, su hija María Luisa escribió lo
siguiente acerca de Rolón y la música folklórica: [...] el espíritu de mi padre perdurará
siempre en la salvaje fogosidad del danzante sonajero de Zapotlán;
en la primitiva y sobrecogedora insistencia del tambor indígena; en la dulce
tristeza de las chirimías, en el suave aliento de la lengua chimalhuacana, en el intenso olor del surco y en la briosa
acometida del mariachi. El
Concierto para piano y orquesta Una de
las obras cumbre del compositor jalisciense fue su Concierto para piano y
orquesta, que comenzó a escribir en 1929. El concierto fue terminado en 1935
y estrenado al año siguiente, con José Rolón como
director y Ana de la Cueva -su segunda esposa- como solista. Es una de las
obras para piano y orquesta más importantes escritas en México, pero
desgraciadamente se ha tocado muy poco. En 1999 solamente había una grabación
de la obra, realizada en 1969 por el gran pianista mexicano Miguel García
Mora junto con la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por Luis Herrera de la
Fuente, y al parecer todavía no existe otra versión disponible. El propio
García Mora juzgaba que esta no era una interpretación idónea. Es una lástima
que hasta la fecha no se le haya puesto la atención suficiente a esta obra de
Rolón. Ojalá que en la actualidad el Concierto para
piano y orquesta pueda ser ejecutado por un buen pianista y una buena
orquesta, como sucedió anteriormente. Con las técnicas modernas de grabación,
y si todos los músicos participantes le dedicaran las horas de ensayo que la
música requiere, podríamos tener otras versiones que le hicieran justicia a
esta gran composición. Nadia Boulanger, quien fue maestra de Rolón
de 1927 a 1929 cuando éste se encontraba en París, le comunicó al compositor
su admiración por dicha obra: La escuela mexicana se juega su suerte en
la lucha encarnizada de la forma universal y de la materia autóctona que
anima la vida de su concierto para piano y orquesta. Es una obra de sabor musical nuevo, de
timbres orquestales sugestivos y originales. Creo fervientemente que, [junto]
con su cuarteto, Rolón, ésta es la obra suya en la
que mejor se revela la nueva evolución del músico mexicano que existe en
usted. Tiene el concierto todos los elementos, variedad de forma, de
pensamiento, de ritmo y un gran contacto que sorprende y entusiasma con su
tierra natal. La
modernidad del lenguaje del concierto de Rolón se
hace presente en muchos instantes de la pieza. Aunque la obra se mantiene en
el sistema tonal, la armonía es muy compleja y fue totalmente revolucionaria
para su época. Las disonancias, junto con el ritmo y los llamativos colores
orquestales, provocan fuertes emociones; sugieren por momentos luchas
encarnizadas, como decía Boulanger. En esta
obra, Rolón expresó lo mexicano desde su propio
lenguaje moderno. En determinadas secciones del primer movimiento de la obra
es evidente que su fuente de inspiración estuvo en la canción mestiza
mexicana. En otros pasajes de este movimiento, el compositor une lo indígena
a lo mestizo. Pero la música mexicana no es la única fuente de inspiración
del concierto. En el mencionado movimiento de esta obra hay también
influencias de la danza, expresadas por el piano combinado con la orquesta, y
también por la orquesta sola. El
Concierto para piano y orquesta tiene muchísima música maravillosa, no sólo
en el primer movimiento sino en toda la obra: su calidad se mantiene en el
segundo y en el tercer movimiento. Pero José Rolón
escribió mucho más de lo que se ha mostrado. Es triste que la mayor parte de
la música de este compositor permanezca en el olvido. Es tiempo de disfrutar
de estas magníficas obras. Sepiensa. Org. Mx. |
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José Rolón
fue un personaje de gran importancia para el desarrollo de la música mexicana
durante la primera mitad del siglo XX. Se nutrió directamente de las fuentes
de la música folklórica de nuestro país y en particular de Jalisco, su estado
natal. Rolón no se adhirió al movimiento del nacionalismo
musical, encabezado por Carlos Chávez, sino que enfrentó de una manera
personal e independiente los problemas de la creación musical nacionalista,
hecho que le permitió lograr un estilo propio que fue al mismo tiempo reflejo
del alma nacional. José Rolón
estuvo al tanto de lo que ocurría en el mundo, en cuanto a las nuevas
tendencias musicales; pues cuando estuvo en México estudió partituras de
compositores de otras partes del mundo y realizó dos viajes de estudios a
Europa: uno en su juventud y otro en su madurez. Esta preocupación por estar
ubicado tanto en su realidad nacional como en su realidad mundial, lo hizo
desarrollar un estilo mexicano y propio, pero al mismo tiempo universal y
moderno. El compositor jalisciense
contribuyó con mucho a la vida musical de México. En Guadalajara fundó en
1907 la Academia Rolón, que se convirtió más tarde
en la Escuela Normal de Música. Y en 1915 fundó una agrupación que fue el
punto de partida para la que, en el futuro, sería la Orquesta Sinfónica de Guadalajara.
En la capital del país, fue maestro del Conservatorio Nacional de Música,
impartiendo las cátedras de piano, pedagogía musical y composición. Blas
Galindo, Carlos Jiménez Mabarak y Salvador Moreno
fueron, entre otros, sus alumnos en el conservatorio. Dirigió la Sección de
Música del Departamento de Bellas Artes de la Secretaría de Educación
Pública, y estuvo también al frente del Conservatorio Nacional de Música en
1938. Además, Rolón escribió notas, reseñas,
ensayos y traducciones que tuvieron un gran impacto en la elevación de la
cultura musical del país. |