03 de diciembre de 2007                                        SALA DE PRENSA CONACULTA

Los elaboran de caracol y concha, barro negro, madera, cerámica, palma, policromados, hoja de maíz, laqueados. Los creadores tienen reconocimientos y premios nacionales por sus artísticos trabajos.Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Ramona Miranda

NACIMIENTOS: TRADICIÓN QUE SE HEREDA EN LAS FAMILIAS DE ARTESANOS MEXICANOS

Alfredo Camacho

Con la llegada de las fiestas decembrinas hacen su aparición los tradicionales nacimientos. El primero de ellos fue puesto por San Francisco de Asís en la Navidad de 1223, en un viejo establo  cerca de Rietti, Italia, y desde entonces la costumbre se extendió por el mundo.

 

En el siglo XVI el nacimiento fue trasplantado a México por los españoles y  entre las familias criollas comenzaron a aparecer figuras elaboradas en maderas finas de arcilla.

 

La tradición por los nacimientos se arraigó desde aquellas fechas en los artesanos mexicanos, quienes comenzaron a dar vida con sus manos a bellas piezas que evocan el nacimiento del Niño Jesús en un portal de Belén.

 

Organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Museo Nacional de Culturas Populares, la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles abrió sus puertas para albergar la Feria-Exposición Nacimientos de Navidad, en la que tomaron parte cerca de 20 artesanos mexicanos de diversos estados de la República.

 

El maestro Juan Manuel Estuvier, de San Pedro Tlaquepaque, Jalisco, quien tiene en su haber más de cinco reconocimientos y premios nacionales por sus artísticos trabajos, comentó que la tradición de elaborar nacimientos la heredó de sus abuelos y padres hace más de 40 años.

 

“Desde pequeños se nos inculcó el trabajo artesanal; forma parte de nuestra vida y también de la economía familiar. A lo largo del año acudimos a ferias, exposiciones, concursos y tianguis de los pueblos para comerciar las artesanías”, manifestó el artista, que el año pasado fue galardonado por Fondo Nacional de las Artes con El Gran Premio Hermanos de México.

 

Los artistas Socorro Sánchez Murguía (Distrito Federal), quien elabora nacimientos de caracol y concha; Agustín Tolentino Domínguez (San Agustín Oapan, Guerrero), quien los hace en barro negro; Antonio Eurípide Pedro González (San Bartolo Coyotepec, Oaxaca), que los trabaja en barro moldeado bruñido esgrafiado, y Selma Barragán Sánchez (Santa María Chigmecatitlán, Puebla), que los realiza de palma tejida y teñida, hablaron de sus nacimientos y los costos.

 

Selma comentó que los nacimientos que ella elabora de cuatro, seis y hasta doce piezas, tarda de tres a cinco horas en terminar cada conjunto y sus costos oscilan entre los 600 y los 1,500 pesos.

 

Los nacimientos de barro del maestro Agustín Tolentino requieren de más tiempo para su creación, entre cinco y ocho horas, y los precios van de los 750 a los 3,500 pesos. “En nuestro pueblo es tradición que desde niños aprendamos a trabajar el barro y la costumbre se va heredando en todas las familias”. 

 

La maestra Beatriz Hernández, de la delegación Gustavo A. Madero, exhibe sus nacimientos acabados en hoja de maíz que se decoran con el mismo pelo del elote; aseveró que ella tarda en promedio dos horas en cada pieza, y sus precios van de los 200, 400 hasta los 900 pesos.  

 

La idea del nacimiento se consolidó como tradición en el arte de toda Italia, siendo durante el Trescientos (siglo XIV), que se multiplicó la escena de la Natividad, habiéndose afianzado su popularidad en la segunda mitad del Cuatrocientos (siglo XV). En la Catedral de Volterra, un nacimiento de grandes figuras era ya común.

 

El nacimiento fue todo un acontecimiento: lo visitaban ricos y pobres, nobles y plebeyos, con un poco de fervor religioso, por gusto o por curiosidad. Luego, los nacimientos invadieron las mansiones napolitanas, con figuras fastuosas, vestidas de seda y adornadas con pedrería, inclusive con oro y plata. Finalmente llegaron con más sencillez pero quizás con mayor autenticidad hasta los modestos estratos sociales.

 

La costumbre de colocar nacimientos se extendió a partir del Renacimiento hacia otros países europeos. Por lo que respecta al continente americano, es lógico entender que con la evangelización llegaron a estas tierras las recreaciones del acto de fe navideño en diversos materiales.

 

Las religiosas franciscanas elaboraban bellísimos nacimientos, especialmente con Niños Dios de cera, hermosas piezas escultóricas que permanecían en exhibición durante un año. Los artesanos mexicanos asimilaron rápidamente las técnicas artísticas traídas de Europa, de manera que las maderas estofadas y policromadas fueron comunes en los nacimientos mexicanos de la Colonia.

 

Al paso del tiempo, las figuras se hacían con ropa más elaborada, que procedía de conventos y casas particulares. Las caras, pies y manos eran generalmente de cera o barro, luego, el nacimiento se modificó hasta llegar a ser una abigarrada mezcla de estilos y motivos en los que aparece el portal rodeado de magueyes, guajolotes, pastores y tipos populares del México romántico del siglo XIX: el carbonero, el cazador, la tamalera, etcétera, hechos de barro, cera, madera, fibras vegetales, hojalata, trapo y de todo material que corresponde a las ramas artesanales del país.

 

El poeta tabasqueño Carlos Pellicer, cuyos Nacimientos se hicieron famosos, sintetizó así el acontecimiento: “Hace más de siete siglos, en diciembre de 1223, un hombre prodigioso, lleno de la gracia de la poesía, inventó el nacimiento".

 

"Año de la Educación Física y el Deporte"