La
exposición contiene obras que datan de 1977 Guadalajara,
México (6 septiembre 2007).- MURAL "Adrii" es el nombre de la exposición que abrirá
mañana Juan Kraeppellin en El Museo de las Artes de
la Universidad de Guadalajara, del 7 de septiembre al 4 de noviembre. ---------------------------------------------------------------------------------------- público Kraeppellin se apodera del Museo de las Artes El
recinto universitario ofrece una muestra retrospectiva del trabajo del
creador jalisciense. Es la primera vez que el espacio abre todas sus salas
para un solo artista, que presenta pintura, escultura, dibujo e
instalación. El
artista cumple 30 años de trayectoria dentro de la plástica. Foto: Paula
Islas 7-Septiembre-07 Pocos artistas pueden presumir de tener un
mecenas. Juan José Ávila, mejor conocido como Kraeppellin,
no sólo puede presumir de ello: también puede jactarse de que el apoyo de
José Aguilar —su principal coleccionista— ha durado más de 30 años y ya
propició la creación de una asociación que busca conservar y difundir su
obra, Enfokarte. A esto, el artista suma, a partir
de hoy, otro privilegio: el Museo de las Artes de la UdeG
presenta una retrospectiva de su trabajo. Por primera vez el recinto
universitario abre todas sus salas para ofrecer un recorrido por el trabajo
de Kraeppellin, algo que no había ocurrido con
ningún otro artista. La exposición, que tiene un título tan singular como el
autor —... caminando por el muelle del existencialismo, descubrí un yate muy
simpático y misterioso que voceaba la frase: suban a la nave de los locos,
que va a empezar el viaje...— es además un doble regalo: por sus 60 años de
vida y 30 de trayectoria en la artes plásticas. La
relación entre Kraeppellin y José Aguilar es fruto
de una coincidencia. Cuenta el artista que, en 1977, estaba preparando un
lienzo para realizar un cuadro. Puso una capa de acrílico transparente y lo
dejó a secar recargado en una viga. Al caer la tarde y tras un olvido,
recogió la pieza, en la que habían quedado marcados dos puntos en relieve.
José Aguilar vio el cuadro en la plazoleta que está fuera del teatro Jaime
Torres Bodet y preguntó cómo se llamaba. Kraeppellin contestó que eran “las tetillas de una
marciana”. Al final, el título fue “Desnudo ultraterrestre”: el primer cuadro
que José Aguilar adquirió. Le puso una casa al artista y comenzó a financiarlo
para que pudiera trabajar. “Lo protegí porque consideré que era un artista de
excepción”, señala el mecenas. Las
peculiaridades del Kraeppellin van más allá de su
trabajo plástico, donde lo mismo ha hecho pintura que dibujo, instalación,
arte-objeto y escultura. Es, todo él, un personaje. No duda en interrumpir a
quien está hablando, así sea el mismo José Aguilar. Si éste dice que “para
comprender al Kraeppellin hay que subirse a su
dimensión viendo su obra, leyendo sus poemas...”, el artista interrumpe y
completa “durmiendo con él”. Si Sunny Ramírez,
directora del museo, hace la presentación de la muestra, el creador rompe la
solemnidad y motiva a los fotógrafos a que lo retraten. Mientras
comienza a hacer un recorrido por la exposición, Kraeppellin
saca de su maletín una barra de surimi. Posa, otra
vez, para las lentes y luego se la come. Camina por las salas y explica que,
al momento de trabajar, prefiere “óleo, cartón, espátula, solventes, vidrio”.
Para las esculturas, dice, no hay como el alabastro. “Es una piedra
maravillosa, dúctil, sutil. Donde le das el chingadazo
se cae el pedazo justo”. De la nueva generación de artistas locales, Kraeppellin afirma que “hay creadores asombrosos, con
obra contundente, muy talentosos, pero a ver si pueden trascender”. De la
exposición, asegura que quedó maravillosa pero se dice indignado por “la pinche presentación” de unos cuadros. “Están jodidos. Le
metieron tanta lana a esto, trajeron tanta gente para que saliera una
porquería, todos los cartones están ondulados, una mierda que salió”. La
exposición retrospectiva de Kraeppellin, con obra
de 1977 a 2007, se inaugura hoy, a las 20:30 horas, en el Museo de las Artes
(López Cotilla 930, esquina Enrique Díaz de León). El líder
de los pintores malditos* •
Descubrí en los setenta a un personaje singular: desgarbada altura, rubia
cabellera, picuda barba y llamativa indumentaria. (Se me figuraba una
combinación del tío Sam, Ginger
Becker de la Crema e Ian Anderson, del grupo Jethro Tull.) Con el tiempo fui descubriendo más a tan extraño
personaje: se autonombraba Kraeppellin, inspirado
en un psicólogo alemán, según me comentó en alguna ocasión. Era diseñador,
pintor y escultor. En 1983 yo inauguraba la galería Magritte.
Un día antes se presentó el Kraeppellin para
pedirme que lo incluyera en la exposición. Al negarme, me pidió que exhibiera
una escultura arte-objeto, que había pintado al alimón con Javier Campos
Cabello. Accedí con la condición de que la colocáramos al fondo. En la
inauguración apareció el Kraeppellin y no pudo ser
más espectacular: llevaba una carriola, adornada con luces de colores y en su
interior una cabeza de puerco maquillada. Fue lo mejor de la noche. Tiempo
después le pregunte qué había hecho con la cabeza. Me platicó que, al día
siguiente, la desmaquilló y se la llevó a alguien que vendía pozole, recuperando lo que había costado. El Kraeppellin continúa fiel a su personalidad,
controvertida, irreverente y desinhibida, como un eterno desafío a la moral
conservadora de la ciudad. Tiene un sello incuestionable, líder indiscutible
de lo que podría llamarse la generación de los pintores malditos. *Extracto
de un texto de Paco Barreda, realizado hace dos años Guadalajara•Édgar Velasco Barajas |
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INAUGURACIÓN
Fotos: Ines Palomar |