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URUAPAN
Sobrevive el maque en manos de la maestra Martina Navarro
La maqueadora ha recibido decenas de reconocimientos y realizado cientos de piezas de colorida belleza, cuyos códigos policromados hablan de épocas pasadas


Miércoles 11 de Abril de 2007

Grecia Ponce
Cambio de Michoacán

 

La maestra Martina Navarro González lo conoció desde niña, y aunque la vida los alejó, hace 20 años se reencontraron para no separarse. El fruto de esta unión han sido decenas de reconocimientos y cientos de piezas de colorida belleza, cuyos códigos policromados hablan de épocas pasadas, pero también de un futuro donde el arte más antiguo aún sobrevive.

Con una sonrisa en su rostro, de rasgos finos y con ese tono suave en la voz que recuerda el acento purépecha, la maestra Martina recordó que el pasado Domingo de Ramos recibió por su trabajo de maque incrustado uno de los premios especiales que otorga la Secretaría de Turismo del Estado.

Pero dicho premio es como una cuenta en el collar que la maqueadora ha ido tejiendo a lo largo de su vida, la cual ha estado, gracias al arte que nace de sus manos, coloreada por la admiración y la belleza.

La maestra Martina luce guapa cuando porta ropa urbana, pero cuando usa rollo, camisa bordada y rebozo parece una figura recortada en el maqueado base y luego embutida con los tonos que regalan los minerales.

No sólo en Uruapan y en el ámbito estatal se reconoce su habilidad: «Tengo reconocimientos a nivel nacional, como el de Manos de México y del Fomento Cultural Banamex; varios a nivel estatal y otro que recibí (durante la pasada gestión municipal) con motivo del Día Internacional de la Mujer».

«Este año conseguí un premio en un concurso de tableros de ajedrez en Morelia y uno de la Casa de las Artesanías por nuevos diseños, en febrero».

Desde la infancia

Pero las distinciones y honores no han sido gratis, sino que son producto de una trayectoria perseverante: «Yo cuando era niña aprendí a maquear en la escuela primaria. Después lo dejé porque estuve estudiando y luego trabajando.

«Hace 20 años volví a tomar un curso para acordarme, con la señora Lucina Tulais (una de las máximas figuras del maque). Ella me hizo el favor, y a partir de entonces lo estoy haciendo».

Además de las típicas bateas, las manos de Navarro González convierten los guajes en frutas, aves, tortugas, cofrecillos, y con la misma técnica del maque incrustado laquea mesas de café.

Explicó que «lo que pasa es que mis hijas aprendieron desde que estaban chiquitas, y cuando estuvieron más grandes me ayudaron. Decían, ‘mami te ayudo, pero quiero hacer las cosas que a mí me gustan’.

«Como que así empezamos a hacer cosas más modernas, diseños prehispánicos, y hace como seis años que empezamos a hacer mesas de centro y una vez me pidieron pingüinos y tortugas. Cada año hacemos flamingos e hicimos dos patos salvajes, pero todo fue producto de la mentalidad de mis hijas.

«Nos dimos cuenta que tenemos piezas para todo tipo de gustos, para la gente mayor y para los jóvenes; es lo que nos piden».

Inspiración ancestral

En medio de los flamingos, las tortugas, las bateas y los guajes, entre las piezas de la artista popular hay unas que al mirarlas parecen arrastrar hacia tiempos perdidos, con olor a copal y el ritmo del teponaztle.

La maestra Martina reveló el misterio: «Por ejemplo, hace algunos años visitamos un lugar en la Tierra Caliente y vimos en la barranca, en un río, en las piedras unos diseños rupestres y sacamos muchas ideas de ahí».

Explicó que «cuando hacemos un diseño no nos gusta hacerlo igual. Nosotros transformamos, le ponemos, le quitamos y así es como hacemos las figuras. Más bien hacemos lo que nos gusta y es lo que ofrecemos».

Al hablar de las dificultades técnicas de este arte antiguo que ya era practicado por los antiguos purépechas, de acuerdo con los códices de Carapan, Jucutacato y la Relación de Michoacán, y que se realiza con aceites vegetales y tierras minerales endémicas de la región, descubrió que es diferente maquear una batea o un guaje.

«Para maquear una batea depende del diseño que le queremos poner. A ésta le ponemos el fondo negro. Ya cuando seca le hacemos el diseño; lleva más trabajo. El diseño tradicional es el más laborioso. Los guajes se elaboran con la técnica del manchado, que en una batea es sólo una parte del proceso».

Entre las innovaciones de la entrevistada, también están las aves. Este año presentó un cisne y un flamingo que «están hechos con guajes, es una sola pieza y sólo llevan madera en la cabeza y el pico».

Aparte, calculó que para elaborar una batea de unos 30 centímetros de diámetro se tarda entre diez y quince días. Pero «el otro día, para el concurso, hice una batea de parota como de 72 centímetros, y empezamos con ella a finales de enero. Esa batea la hubiéramos terminado en tres o cuatro meses, pero fue un trabajo muy intenso de dos meses. Es una batea muy tradicional, con muchísimo trabajo. La pude vender en diez mil pesos; la pequeña la puedo dar en 700».

«Yo firmo mis piezas, porque trabajamos con tierras naturales y los pigmentos son minerales o vegetales; el negro, por ejemplo, lo hacemos con ollín».

Eventos nacionales, personas de otros países o estados que adquieren sus piezas y una salida a Estados Unidos constituyen hasta ahora el mercado de la nativa del Barrio de San Juan Bautista de Uruapan, quien generalmente recibe a sus clientes en su domicilio, pues mucha gente la conoce.