Durante su estancia en España, Mathias Goeritz compaginó su actividad creadora con la de promotor y catalizador de diversas iniciativas que redundaron, casi de manera inmediata, en la dinamización del sombrío panorama artístico español. Desde su labor de coordinación de la serie "Artistas Nuevos", desarrollada en el seno de la Galería Clan de Madrid, a la Escuela de Altamira, su proyecto más ambicioso, todas sus iniciativas coincidieron no sólo en el objetivo de difundir las corrientes artísticas más renovadoras, sino también en la necesidad de poner en contacto a todos aquellos artistas que, de modo independiente, estaban trabajando con un similar impulso transformador –Grupo Pórtico en Zaragoza, Dau al Set en Barcelona, el círculo de la galería Clan de Madrid o Miró, entre otros- De alguna forma, esta postura integradora habría que rastrearla en su propia mitología de la modernidad, en la que ocupan un lugar destacado los métodos y objetivos de la Bauhaus, a cuya sede en Dessau asiste supuestamente en repetidas ocasiones, según sus propias notas autobiográficas, y la controvertida figura de Hugo Ball, artífice de un proyecto a su manera igualmente integrador como fue el Cabaret Voltaire en Zurich. El verano de 1948 resulta especialmente relevante para entender esta cualidad de Goeritz. Residente en Santillana del Mar, por allí pasan a lo largo de los meses de agosto y septiembre algunos de los artistas, críticos y teóricos más significados del panorama artístico español, visitas que darían sus frutos en forma de los primeros apuntes de la ya mencionada Escuela de Altamira, y una larga serie de dibujos, algunos de ellos homenajes personales a sus visitantes, otros integrantes de la serie igualmente denominada Altamira. Gente, aunque expresamente dedicado a "su verdadero amigo Angel Ferrant", respira cierto aire de retrato o instantánea de grupo, una particular manera que emplea Goeritz para levantar acta plástica de las reuniones y veladas vividas durante esos meses estivales, semejante a otro dibujo contemporáneo al que bautiza con el nombre de Asociación. Aunque son evidentes las relaciones con otros gouaches realizados en esas fechas, en los que se hace patente su filiación con una abstracción íntimamente relacionada con la plástica prehistórica, prima en Gente la verticalidad y la frontalidad, rasgos que afianzan una composición muy jerarquizada en su conjunto, en la que domina un concepto general de simetría, matizado, no obstante, con la forma libre y suelta en que define cada una de las líneas y trazos con que resuelve los diferentes elementos de la composición. Ese sentido de ascensionalidad, poco cultivado durante su obra en España cobrará, tras su marcha a México, un papel fundamental en su producción, tomando carta de naturaleza formal en uno de sus proyectos más significativos como es el conjunto monumental de las Torres de Ciudad Satélite (1957), y convirtiéndose en un concepto en el que concentrará, con el paso de los años, la carga espiritual con que inviste progresivamente a sus proyectos, espaciales, escultóricos o arquitectónicos. AGV


familia


hombre-mujer

 

 

Bibliografía:
Gullón, R: Ángel Ferrant-Mathias Goeritz, Madrid, Palma, 1949, s.p., rep. c; Westerdahl, E., Mathias Goeritz, Barcelona, Cobalto, 1949,47, rep b/n; Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 108, rep.c