Waldo Saavedra: un expresionista emotivo

RAúL DOPICO, México, DF

Marzo 2001

 

Al hablar de expresionismo se suele entender una tendencia surgida a principios de siglo XX en la que participan artistas de varios países, y cuyos antecedentes se encuentran en la obra de Gauguin, Van Gogh, Enzor, Munch y Toulouse Lautrec. Fueron los grupos Brucke y Blauer Reiter, los que dieron comienzo al expresionismo alemán; pero es del llamado expresionismo francés (formado por figuras extranjeras como Chagall y Modigliani), de esa angustiosa necesidad de expresarse a sí mismo que tuvo Picasso y del surrealismo de Dalí, de donde más se nutre espiritualmente la obra de Waldo Saavedra, para recodificarla dentro de la religiosidad y la idiosincrasia del cubano, y dentro de los recursos narrativos que identifican a lo real maravilloso de Carpentier y al realismo mágico de García Márquez.

Hombre

Waldo Saavedra

A diferencia de Chagall y Picasso, y a semejanza de Dalí, Waldo Saavedra (La Habana, 1961) muestra un trazo minucioso, detallista, firme y desprejuiciado, y al mismo tiempo suelto, intenso, informal y virtuoso, que le sirve para valorar y revalorar los contenidos y actitudes emocionales; pero si bien el artista se empeña en expresar su cosmos interior, también se propone contar historias donde la magia, los motivos religiosos, el erotismo y la poesía se mezclan, para parir una obra donde se respira un aliento romántico; un romanticismo ungido de una ternura cruel, corrosiva, en la que se descarna la intimidad y se ironiza con ella. "Si bien hay realismo en la obra de este artista, no se le puede catalogar de realista" (Luis Escutia,1990), porque el expresionismo de Saavedra tiene una rica condimentación grotesco-erótica (Autocensura, 1993 y Shangó y Oshún, 1993) con atmósferas surrealistas (Adán y Eva o El trasvesti, 1993) y una carga metafísica con antecedentes en la obra de Enzor, Cristo agonizante; como éste, Saavedra mezcla elementos violentamente expresivos con otros fantásticos de honda raíz popular.

La obra de Waldo Saavedra es reflejo de un movimiento pictórico muy fuerte, que se desarrolló en Cuba en la década de los 80, y con la que el pintor aspira a expresar una realidad que no es visible. En sus cuadros se unen lo cotidiano con el sueño, lo real con lo imaginado. Waldo no pretende construir el mundo ni mostrarlo como algo ya construido, sino que con su expresionismo hace que broten sus emociones y que se pueda contemplar al mundo como un todo, donde los seres forman parte de la Naturaleza.

Waldo Saavedra es un expresionista emotivo que nos hace ver su angustia por el distanciamiento de Dios, su desesperación trágica y melodramática, con un dinamismo que rompe el equilibrio y se desplaza hacia el caos. Sin duda, cuando vemos la obra de este pintor cubano, estamos ante una gran revelación, que despierta el subconsciente del espectador.

Nota al margen: Waldo expuso el pasado octubre en La Habana, y la exposición, traída desde Guadalajara, México, lugar de residencia del pintor, fue detenida por el aparato de censura del Gobierno cubano en la aduana. El motivo: un cuadro en el que una mujer desnuda (Wendy Guerra fue la modelo), agachada, paría a la isla de Cuba ensangrentada. La exposición fue liberada, y autorizada por las autoridades (in) competentes, días después de llegada a la ciudad, y apenas dos horas antes de su inauguración.