Artes e Historia México
  
                                  
| El
  retrato de Carlos Orozco Romero |   | |
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 El paso de
  José David Alfaro Siqueiros por el Centro Bohemio le antecede su
  participación, primero como soldado raso y luego como capitán segundo, en las
  batallas revolucionarias de las tropas carrancistas dirigidas por el general
  Manuel M. Diéguez, quien tras tomar en mayo de 1915 la ciudad de Guadalajara,
  fue ascendido a gobernador de ese estado. El joven capitán permaneció en
  dicha población durante algunos meses asistiendo al grupo cultural de Zuno,
  que para entonces había cambiado de sede a una casa de la colonia Seattle.
  Entre los miembros que "Alfarito", como era llamado, conoció y con
  los que se relacionó, se encontraba el tapatío Carlos Orozco Romero
  "Karikato" (1898-1984), un aspirante a pintor que había hecho sus
  primicias como caricaturista trabajando en la Ciudad de México para El
  Heraldo de México, El Universal Ilustrado y Revista de Revistas. La
  frecuente inasistencia tanto en la escuela como en los exámenes, no fueron
  obstáculo para que Alfaro recibiera también ayuda en especie con materiales
  de pintura y gozara de autorización para "emprender trabajos fuera de la
  capital". Aunque no se sabe con certeza hasta qué año Orozco Romero
  permaneció en el Centro Bohemio, que en 1918 cerró sus puertas, no sería raro
  que el pintor visitara al grupo y retratara al artista jalisciense.  Para este
  momento, su estilo todavía está en formación. El Retrato de Carlos Orozco
  Romero es el reflejo de un proceso que muestra las reminiscencias
  impresionistas de la escuela de Alfredo Ramos Martínez, que desde 1913
  asimiló y que no dejará hasta ilustrar en 1918 publicaciones de estilo Art
  Nouveau. Los escasos y poco conocidos retratos y autorretratos de esta época
  están pintados de medio cuerpo; sólo algunos muestran cierta semejanza con la
  obra que nos ocupa, particularmente el Retrato de José Luis Figueroa, 1917,
  se ha atribuido en el estudio de la colonia Seattle, ya que es probable, por
  el año en que está fechado, fuera realizado en la Ciudad de México. En ambos óleos,
  la composición lleva hacia la derecha del lienzo a los personajes; sus
  cabezas aparecen cortadas en el borde superior y se han aplicado empastes a
  manera de pinceladas cortas. Apunta el particular detalle de trabajar las
  manos delgadas y largas, opuestas a las que pintará a partir de 1922, por
  ejemplo, en los murales del colegio chico de San Ildefonso donde musculosas y
  toscas extremidades se apreciarán tanto en personajes masculinos como
  femeninos. Con apenas dos años menos que Siqueiros, sin más contexto que un
  telón de fondo negro, el gesto inexpresivo de Karikato se acompaña por un
  traje formal con el bastón que cuelga de una de sus muñecas. Los rasgos
  físicos muestran ya la sensibilidad del autor, capta las hundidas ojeras y la
  sobriedad de la mirada, que destacan de la palidez del rostro, y al igual que
  sus manos entrecruzadas, sobresalen de entre los oscuros colores del cuadro.
  Hasta la fecha no hay indicios de que esta obra fuera solicitada por el
  retratado y parece acercarse a un mero ejercicio plástico pintado
  directamente del modelo o quizá de alguna fotografía. Al reverso del soporte,
  la firma "Alfaro Siqueiros" y el año 1918, caracterizan la primera
  etapa artística en la que todavía utilizara sus dos apellidos. Mas tarde
  abreviara el primero hasta rubricar únicamente el materno.  América
  Juárez Reyes, Museo Soumaya | |
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