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  en la infancia, no disfrutó de la emoción que provoca hacer estallar un
  petardo? Enrique Oroz lo
  hizo. Y por eso, para remitir a los pequeños artefactos explosivos que hicieron
  las delicias de su infancia, el pintor realizó una exposición en la que, por
  primera vez, priman los cuadros en pequeño formato. Esta noche, en el café La
  Corinilla, abrirá sus puertas la exposición Petardo, muestra que reúne
  trece piezas recientes trabajadas en óleo sobre tela.
 A lo largo de su trayectoria, Enrique Oroz ha
  experimentado todos los formatos. Ahora optó por los cuadros pequeños porque,
  asegura, “hay ideas que no funcionan en un formato mayor, pero que me
  interesaba realizar. No quiere decir que por ser cuadros pequeños tengan
  menos dificultad: son los mismos problemas y retos”. En cambio, el pintor
  tapatío señala que las temáticas que se pueden apreciar en las piezas siguen
  la línea que ha trabajado desde hace tiempo: elaborar cuadros donde se
  combinan figuras nuevas con imágenes ya vistas. “Estos dos aspectos se
  mezclan y generan un diálogo más real, que tiene que ver con lo busco. Más
  que un discurso, quiero que las imágenes se descontextualicen y generan un
  discurso propio”. En otras palabras, agrega, la búsqueda gira en generar un
  tercer diálogo que surja de las piezas.
 
 El Petardo de Enrique Oroz hará explosión
  esta noche, a partir de las 20:30 horas, en los muros del café galería La
  Coronilla, que se encuentra en Morelos 666, esquina con andador Coronilla. La
  entrada a la inauguración es libre.
 
 
 - A viva Voz
 
 “Hay ideas que no funcionan en un formato mayor, pero que me interesaba
  realizar"
 • Enrique Oroz    | 
 
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    | Presenta Oroz su esencia en pintura |  
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      | En su mayoría Oroz
      se ha desarrollado en formato grande y no en pequeño, por lo que
      experimentó para esta ocasión.Foto: Roberto Antillón
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 |                                      Afirma
    que la pintura es una forma de reinterpretar la realidad o de recrear el
    mundo
  Alejandro Alvarado
 
  Guadalajara,
     México (5 diciembre 2007).- Muestra
    el artista recuerdos de su infancia en la exposición "Petardos"
 A partir de recuerdos de su infancia que le vinieron a la mente después de
    un sueño, Enrique Oroz empezó a plasmar su
    existencia en pinturas de pequeño y gran formato que conforman la
    exposición "Petardo".
 
 "Un surrealismo impregnado de existencialismo", es como define su
    obra el pintor que mezcló en el lienzo imágenes reales con ideas del del subconsciente.
 
 De saco azul, lentes oscuros, pelo y bigote entre canoso, Oroz charla sobre sus pinturas y toma asiento enfrente
    del Ex Convento del Carmen, a unas cuadras de la Galería 666 donde
    presentará hoy la exposición "Petardo".
 
 "Mi proceder al pintar es el mismo, tomo elementos que se formulan, se
    conjugan en la mente que necesariamente están impregnadas de mi vida, cosas
    que suceden en mi entorno del pasado inmediato y lejano, 'Petardo' son
    cuadros que he hecho con esa idea", dijo el expositor.
 
 En "Petardo", nombre que surge a partir de los recuerdos de su
    infancia se pueden apreciar elementos de la pintura clásica española así
    como también objetos y productos comerciales como Coca-Cola, navajas de
    afeitar y hasta imágenes religiosas.
 
 "Se ven figuras en un mismo plano que no tienen nada que ver entre
    ellas, pero se entretejen y generan discurso".
 
 En su mayoría Oroz se ha desarrollado en formato
    grande y no en pequeño, por lo que experimentó para esta ocasión.
 
 "El gran formato requiere una idea específica, al momento de
    trasladarlo al pequeño se aprecia otro tipo de posibilidades, tienes que
    ser más preciso con el pulso y ofrece un campo distinto, ideas que no
    abordarías las puedes abordar en pequeño".
 
 Oroz dijo que sus cuadros contienen gozos y
    desencantos de la vida, con los que pretende captar la esencia de la
    sensibilidad.
 
 "Las personas que se acerquen a la exposición verán fragmentos de mi
    vida combinados con otros elementos que responden a la cuestión
    plástica", puntualizó.
 Desde la infancia, Oroz pintaba y ocasionaba
    comentarios entre su público de secundaria, ahora con la experiencia opinó
    que la pintura es una forma de reinterpretar la realidad o de recrear el
    mundo.
 
 "La realidad en la que nos sumergimos es concreta, pero aún así
    suceden ciertas cosas, si estas atento (observas) situaciones que no
    responden a una lógica, en el caso de mi pintura existen elementos que veo
    en la realidad, pero que son producto de mi mente, reflejo de la
    realidad".
 
 "Petardo" se inaugura hoy a las 20:30 horas en la Galería 666,
    ubicada en el Andador Coronilla (Centro)
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    |   Enrique Oroz:
    el violento irresistible   DOLORES GARNICA.  PÚBLICO   Petardo es la nueva exposición de
    Enrique Oroz. Y pese a la pobre infraestructura
    de la Galería 666 en el andador Coronilla (aunque hay que mencionar los esfuerzos
    de Tailen y Enrique Lázaro, los directores, para
    ubicar y mejorar el espacio), el artista lanza una bomba que no decepciona
    ni a sus seguidores ni a sus detractores. A Oroz
    le gusta provocar, presionar y excitar al espectador: al que le gusta lo que
    hace y al que lo detesta. Es violento y le encantan los extremos. Es un rockstar con derecho a serlo. Es certero,
    provocador, mordaz, pornográfico, obsesivo, contestatario y ácido. Su
    pintura hostiga y atrae, y eso asusta un poco, pero es de esos sustos
    gozosos. El Oroz de hoy, como el de hace un año
    en la galería Luis Tinajero, es un artista actual. Uno que dejó de retratar
    sin perder su esencia narrativa, pero que ahora practica la intervención,
    quizá como una manera de burlase de su pasado. 
 Hoy, Enrique Oroz recrea clásicos de la pintura
    universal y los interviene, casi los desaparece, con más pintura, graffiti,
    grafías y sobre todo, con temas sexuales (algo recurrente desde el comienzo
    de su carrera), políticos, religiosos y de consumo contemporáneos;
    atrevidos y más que explícitos. Un zorrillo ebrio, en estado de éxtasis y
    simulando a un místico, tiene una visión de un zorrillo todavía más grande
    con un enorme pene y testículos, herido con un hacha y un puñal y escondido
    por caguamas Corona. Los tres grandes formatos de la exposición son una
    burla ácida a los clásicos, pero también a la iconografía y a los
    principios católicos. Violentos y oscuros. Son varios discursos unidos en
    cada pieza, recargada y barroca: es una crítica a la sociedad de consumo;
    una mirada a lo prohibido y a la sexualidad: no hay desnudos, hay enormes vaginas peludas y rosas. No metaforiza ni esconde: hay
    cuatro monos excitados pensando en coitos, pero los coitos también están en
    el lienzo.
 
 Su obra, sus grandes formatos (su punto débil son los pequeños formatos,
    apenas fragmentos de una idea, no una idea completa, como probaditas), es
    seductora, pero también corre varios peligros, como el del panfleto, el de
    la crítica fácil o el de la provocación barata, cosa que hasta hoy el artista
    ha sabido cuidar bien mediante el discurso directo, sin modales, dejando
    sus cartas abiertas; no se va con rodeos y parece que no se cansa, que
    amontona y amontona sin dejarse una salida. Se avienta al precipicio. En la
    galería 666 hay sólo tres grandes formatos, pero vale la pena ir a verlos.
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