La Gaceta
UdG
Edición 560
9 de Febrero de 2009
Educación
El
arte de hacer libros de texto
Grandes pintores
mexicanos fueron los encargados no sólo de ilustrar los libros de texto
gratuito durante décadas, sino de dotar de conceptos como “patria”,
“naturaleza”, “historia” y “familia” a varias generaciones. La identidad de
una nación fue construida en gran medida por los creativos convocados por
Jaime Torres Bodet

Adriana Navarro
adriana.navarro@redudg.udg.mx
Los niños de hace 50
años fueron los primeros en obtener libros de texto gratuitos para su
educación.
Gustavo Hernández recuerda el día que iba a la Escuela Abel Anaya,
en la colonia Analco, vestido de uniforme blanco,
con boina y corbata azul marino. No olvida cuando llegaron a sus manos libros
de texto gratuitos con las portadas de héroes mexicanos.
Los libros comenzaron a repartirse a principios de los años 60, cuando el
presidente Adolfo López Mateos se encontró con una población con altos
niveles de analfabetismo y pobreza, que minaban el acceso equitativo a los
servicios educativos.
“Poco puede hacer la escuela por los niños, si sus padres no tienen recursos
para comprarles los libros de texto”, decía.
López Mateos eligió a quien había sido discípulo del maestro José Vasconcelos para ocupar, por segunda vez, la Secretaría de
Educación Pública: Jaime Torres Bodet, destacado
hombre de letras, académico y diplomático mexicano.
Torres Bodet impulsó una campaña de alfabetización
para que cada estudiante del nivel obligatorio asistiera a la escuela con un
libro de texto bajo el brazo, pagado por la federación. Así nació la idea de
crear la Comisión
Nacional de los Libros de Texto Gratuitos CONALITEG, que
fue fundada el 12 de febrero de 1959, con la visión de que el libro de texto
fuera un derecho social.
Los primeros libros eran un tema crucial, su diseño debía ser minucioso, a
fin de no contener expresiones que suscitaran rencores, odios, prejuicios o
controversias. Esta tarea fue encomendada a Martín Luis Guzmán, un militar,
periodista y literato, autor de El águila y la serpiente y ganador del Premio
Nacional de Literatura en 1958.
En 1960 se produjeron 19 títulos para los alumnos de primaria y dos para el
maestro, cuyas portadas fueron autoría de pintores como David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro, Alfredo Zalce, Fernando Leal y Raúl Anguiano, éstas retrataban
héroes de la patria que, además de conmemorar 150 años de Independencia y 50
años de la Revolución
mexicana, buscaban infundar en la niñez el ser mexicano.
En 1962 la CONALITEG
decidió uniformar las portadas a fin de ahorrar recursos y dar una imagen que
identificara los textos y empleó una obra de Jorge González Camarena como
portada de los libros de texto: “La
Patria”, una mujer de tez morena, rasgos indígenas y mirada
valerosa que, apoyada en la agricultura, la industria y la cultura,
simbolizadas en las imágenes del escudo y la bandera nacionales, un libro y
diversos productos de la tierra y la industria, representaba el pasado,
presente y futuro de nuestra nación. Desde ese año y hasta 1972, esa obra
ilustró más de 350 títulos.
Los libros de texto abordaron temas relacionados con los juegos, el medio
ambiente, los hábitos de higiene, la exaltación del trabajo y de los vínculos
familiares. Así como los grandes valores en torno del territorio, la
independencia y la patria con el conocimiento de las biografías de Hidalgo,
Juárez, Madero y los Niños Héroes para crear una conciencia cívica.
Al recordar su infancia, la jalisciense Cecilia Ríos dejó el bordado y dijo
que esos textos le enseñaron a respetar a las personas, a la naturaleza y a
ella misma. “Estaban llenos de valores, pero lo que más recuerdo que me
ayudaron a profundizar en el conocimiento de México prehispánico. Una vez fui
con mi familia a Quintana Roo, al ver las ruinas me emocioné tanto porque ya
sabía lo que significaban”.
Para la profesora Graciela Aguirre “fueron una chulada”, un ideal para la
educación a escala nacional. Los libros tenían conocimientos muy buenos en
todas las materias. Me encantaba la portada, esa postura erguida con mucha
personalidad de la mujer que representaba a “La Patria”.
De acuerdo a Luis Gallardo Esparza, curador de CONALITEG, “La Patria de González
Camarena fue una pieza emblemática, una alegoría del país que proporcionó
identidad. Trascendió edades y las afiliaciones políticas de los mexicanos
para dale un hilo conductor a la importancia de México”.
Tal como “La Patria”
de González Camarena, las obras de arte que ilustraron las portadas de los
libros eran figurativas y se caracterizaban por tener una propuesta clara,
una posición política definida, analítica y combativa de la realidad
nacional.
Los artistas que participaban en la ilustración eran estrategas sociales y
simpatizantes de los partidos políticos de izquierda como David Alfaro Siqueiros, José Chávez Morado, Alfredo Zalce, Raúl Anguiano y Roberto Montenegro.
Martín Luis Guzmán, quien era director de la CONALITEG, tenía
contacto directo con los creadores plásticos y les pedía obras específicas
para ilustrar los libros. A través de contrato se les proporcionaban
dimensiones, tipo de pieza, tema, composición y narrativa. Los creadores
recibían pago por sus obras.
“Se utilizaba la didáctica pictórica para mostrar lo que estaba sucediendo en
el país, mostraba también sus momentos fundacionales más importantes como la Independencia, la Revolución y la Reforma, que
conmemoraban tres momentos fundacionales”.
Según el estudio de la UNAM
“Los libros de texto en el tiempo”, la convocatoria para participar en los
libros de texto establecía que los autores fueran mexicanos por nacimiento.
En el primer equipo que armó Mi libro y cuaderno de Primer Año colaboraron
las profesoras Carmen Domínguez Aguirre y Enriqueta León González, la
cubierta fue hecha por David Alfaro Siqueiros. Se
imprimieron en los Talleres de Novaro Editores e
Impresores al cuidado de la CONALITEG.
En las compilaciones no sólo había pintura, también poesía,
ilustraciones y cuento, con una visión humanista e integral, donde las
manifestaciones artísticas eran parte fundamental.
El patrimonio cultural de la
CONALITEG forma parte de la exposición llamada Pintando la Educación, que ha
visitado varias partes de país con el objetivo de acercar artistas con gran
calidad plástica, incluso en el 2008 estuvo en Tlaquepaque,
en El Centro Cultural el Refugio.
Las obras artísticas han permitido un acercamiento mínimo de las artes
visuales del país, que los estudiantes en muchos casos no tienen contacto con
otras instituciones especializadas, dijo el curador Gallardo Esparza.
Enedina Quintero recordó que esos los libros le
inspiraban amor a la patria, a la libertad, a la madre, a la tierra y a
nuestras raíces.
De acuerdo a la profesora Eustolia Flores, quien
acomodó sus anteojos para mirar al techo mientras recordaba que han sido los
libros más lindos que le han dado. “Esas ilustraciones me hacían sentir mucho
amor a la patria y a la mujer. Además mostraban el arte mexicano. Estaban muy
bien explicados y no era necesario pedir libros extras para explicar a los
niños botánica, matemáticas o civismo”.
La educación gratuita en México ha permitido que millones de niños logren
ampliar sus conocimientos, a pesar de su condición de pobreza, marginación o
clase social, sin embargo, la falta de aulas, maestros capacitados y el gran
número de estudiantes no permite que la educación sea de la misma calidad que
la privada. “Los maestros no alcanzan a prestarles la misma atención a 15
niños que hay en clases privadas que a 50 niños en escuelas públicas”, dijo
la docente Teresa Ramírez con 35 años de experiencia en las aulas.
En estos tiempos donde el capital está por encima de los seres humanos, es
necesario apoyar más a la educación pública para que preparare hombres que
vivan en plenitud, es decir, en relación creadora con sus semejantes y con la
naturaleza.
El desliz de “La Patria”
Jorge González Camarena nació en Guadalajara en 1908. Estudió artes visuales
en la Academia
de San Carlos, en la Ciudad
de México y participó en los movimientos estudiantiles opuestos a los métodos
de enseñanza del siglo XIX.
“La Patria”,
la pintura que aparece en las portadas de los libros de texto gratuito fue
originalmente un óleo sobre tela de 120 x 160 centímetros,
realizado en 1962. De ese año y hasta 1972, se imprimieron 523 millones de ejemplares,
entre materiales para profesores y alumnos. En 1992 la SEP retomó la obra para las
ediciones conmemorativas.
“La Patria”
es una alegoría a la nación apoyada en la agricultura, la industria y la
cultura (configuradas en las imágenes de un águila, una serpiente, la bandera
nacional, un libro y diversos productos de la tierra y la industria). Estos
atributos de la nacionalidad rodean a la propiamente dicha abstracción de la
patria mexicana, encarnada en la figura de una mujer de rasgos indígenas.
Jorge González Camarena pintó a su ideal de mujer mexicana: ojos profundos,
cabello azabache, piel morena, bien formada, segura de sí misma, majestuosa.
Esa mujer se llamaba Victoria Dornelas y era
originaria de Tlaxco, Tlaxcala.
Según La Jornada
(marzo 2008), el nieto del pintor Marcel González Camarena dijo que
personalmente viajó a Tlaxco para buscar algún
rastro de Victoria, “pero nadie sabe nada de ella. Pero sí existió. Mi abuelo
la conoció a los 16 o 17 años, estaba casada con un
guarura de algún político. Deben de haberse encontrado por ahí de 1959 o
1960, pero él ya la había pintado muchos años antes.
”Me imagino el impacto que le causó conocer a su ideal de mujer, porque las
facciones de Victoria son idénticas a las de las mujeres que pintó mucho
antes de conocerla.
”Ella no quería ser su modelo, decía que su marido la iba a matar. Al final
aceptó, dejó al esposo y mi abuelo no sólo la inmortalizó en “La Patria”, sino en un
montón de cuadros. Vivieron un tórrido romance durante muchos años. Después
nunca se supo más de ella”.
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