"Tengo todo lo que quiero y mucho gusto por la vida"

El trabajo dentro del arte le ha merecido a Jorge Martínez una cantidad de premios tal que el pintor afirma no saber “cuál me haga falta”. El Seminario de Cultura Mexicana le otorgó en días pasados la medalla Alfredo R. Plascencia por su labor como creador y promotor.

 

 



 

 




La casa del maestro Jorge Martínez no le pide nada a ningún museo. Los cuadros y las esculturas abundan, llenan los rincones. Recientemente el pintor, comprador compulsivo declarado, adquirió dos esculturas del cubano Rafael Miranda San Juan. “Tiene un gran talento. Vi la fotografía de esta escultura en el periódico y, sin conocerlo, sin saber su trayectoria, lo localicé y las compré, nomás por la fotografía. Y si no estuviera esto tan lleno de porquerías, con las que estoy encariñado, me gustaría tener más obra de él”.

Jorge Martínez (Guadalajara, 1916) sabe perfectamente lo que dice. Fue fundador de la Escuela de Artes Plásticas de la UdeG, que dirigió durante casi nueve años y donde también fue profesor. Su trayectoria artística le ha valido una gran cantidad de premios y reconocimientos. Tantos que, señala, “no sé qué medalla, honor, distinción o diploma me haga falta”. El más reciente lo recibió hace unos días, cuando el Seminario de Cultura Mexicana decidió otorgarle la Medalla Alfredo R. Plasencia por su trabajo como creador y promotor de la pintura.

¿Cómo se siente al haber recibido este nuevo reconocimiento?

Es sumamente satisfactorio. Me han otorgado una cantidad muy grande de premios, distinciones y honores muy significativos. Otra cosa que me halaga es el hecho de que hay personas que hacen todo lo posible por obtener esas distinciones, pero a mí me han caído solas. Y eso es muy satisfactorio, porque quiere decir que se acuerdan de uno. La UdeG me concedió [el año pasado] la distinción más grande que otorga, la de doctor honoris causa. Ahora recibí, del Seminario de Cultura Mexicana, esta medalla, que me causó mucha satisfacción. Puedo decir que no he pasado ignorado en mi tierra.

De todos esos reconocimientos, ¿a cuál le tiene más cariño?

Desde luego, el honoris causa que me otorgara la Universidad de Guadalajara. Antes había la Noche de las Minervas, en el que se daba un reconocimiento y un trofeo de cristal a las personas distinguidas de Guadalajara. Ese fue muy satisfactorio para mí porque no se trató de la opinión de dos o tres gentes, o la decisión de un consejo, sino que consultaron a muchas personas interesadas o conocedoras de arte. Fui el primer pintor al que se le concedió la Minerva. Otros premios los determina un pequeño grupo de personas. Por ejemplo, en la Medalla Plascencia fueron los socios del seminario; lo mismo pasó con el Consejo General Universitario, que por unanimidad me concedió el doctorado. Pero aquél fue una consulta a 300 o más personas de Guadalajara y por eso me llenó de satisfacción, lo recuerdo con mucho gusto.

¿Qué faceta ha disfrutado más: pintor o docente?

Desde luego, la de pintor. Tuve una vocación temprana, empecé a tomar clases de dibujo en sexto de primaria. Además, tuve un ambiente familiar extraordinariamente bueno. Mis padres fueron muy liberales, pero consideraban que un pintor no podía vivir de la pintura. Entonces me pidieron que tuviera alguna actividad con la que pudiera ganarme la vida. Estudié ingeniería civil en la Universidad de Guadalajara, pero nunca ejercí. Preferí ser un pintor que abandonó la profesión y no un ingeniero aficionado a pintar. Cuando estaba joven había un mercado difícil en esta ciudad, y sigue siendo raquítico el mercado en Guadalajara. Pero nunca me he arrepentido de haber seguido el oficio de pintor más que otro.

¿Cómo ve el arte que se hace ahora en la ciudad?

Por fortuna hay un movimiento pictórico muy grande en Guadalajara, con personas destacadas como Pepe Galindo, Enrique Ruiz Rojo, Roberto Carlos López y Sergio Garval. Hay otros que no se puede decir que sean pintores. Gente completamente inpreparada que no vale ni cinco centavos. Hay de todo. A las nuevas generaciones no las he seguido, se ha multiplicado tanto el número de pintores profesionales y aficionados, que es difícil, con mis limitaciones, visitar galerías o estar al tanto de la producción actual.
¿Cómo resumiría el trabajo que ha realizado a lo largo de su vida?

Con todas mis limitaciones, he logrado lo que he querido. Estoy satisfecho de mi trabajo, de la labor que he desarrollado y, sobre todo, por haber procedido con honradez para dar de mí todo lo que podía. Me siento satisfecho conmigo mismo. A todo esto hay que agregar que soy muy feliz. Tengo todo lo que quiero, he obtenido muchas satisfacciones y todavía tengo mucho gusto por la vida.

 

 

 

Guadalajara. Édgar Velasco Baraja