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 José Clemente Orozco 
         Es uno de los grandes pintores de la vanguardia mexicana. Estudió en la
        Academia de San Carlos de México y desde muy joven fue intérprete plástico de
        la revolución, requerido por temas políticos y sociales que ha desarrollado en
        grandes composiciones murales.
         
 Puso al servicio de estas ideas un estilo heroico, fundado en un realismo
        de carácter expresionista, conscientemente ligado a las viejas tradiciones
        artísticas mexicanas, de violento dinamismo y amplísima factura.
         
 Nació en Ciudad Guzmán (Zapotlán el Grande), Jal. en 1883; murió en la Ciudad
        de México en 1949. Junto con su familia se trasladó a Guadalajara y luego a la
        capital de la República, a donde llegó en 1890. Aún siendo un niño, conoció a
        José Guadalupe Posada, el ejemplo de cuyos grabados lo indujo a interesarse por
        la pintura.
         
 Tomó algunas clases de dibujo en la Academia, fue estudiante de agricultura
        (3 años en San Jacinto) y de preparatoria, y al fin volvió a San Carlos de 1906
        a 1910. De este último año a 1916, en que presentó su primera exposición
        individual en la Librería Biblos, hizo caricaturas
        para El Hijo de Ahuizote; formó parte del cuerpo de ilustradores de La
        Vanguardia (Orizaba, 1914); pintó acuarelas y óleos que reproducen, en forma
        sintética, "las sombras pestilentes de los aposentos cerrados", según
        su propia expresión; una serie de dibujos con escenas de la Revolución y su
        primer cuadro de grandes dimensiones, Las últimas fuerzas españolas evacuando
        con honor el castillo de San Juan de Ulúa (1915). En
        1917 viajó a Estados Unidos y a su regreso pintó algunos cuadros, en especial Soldaderas, Combate y el retrato de su madre.
         
 Al suscitarse el renacimiento de la pintura mural en 1922, Orozco se
        reservó las paredes del patio grande de la Escuela Nacional Preparatoria,
        antiguo colegio jesuita de San Ildelfonso. Borró sus
        primeras composiciones: Los elementos, El hombre de lucha contra la naturaleza,
        Hombre cayendo y Cristo destruye su cruz. De la etapa inicial sólo conservó
        Maternidad y la cabeza de Cristo, luego utilizada en La huelga.
         
 En la planta baja, aparte los tableros anteriores, pintó La destrucción del
        viejo orden, La trinchera y La Trinidad (obrero, campesino y soldado); en
        primer piso, Los aristócratas, Acechanzas y otras alegorías al clero y al
        poder; y en el segundo, Los temas del hombre al borde de la tumba, El hijo que
        se despide de su madre, La familia que queda atrás, Los soldados improvisados
        seguidos por sus mujeres y las soldaderas; y en la
        escalera del mismo patio, Cortés y la Malinche y
        algunas alegorías al mundo indígena y a la evangelización.
         
 En general, el conjunto orozquiano de la
        Preparatoria acaso quiera representar: el origen del México mestizo (escalera),
        la intuición de los ideales de renovación (planta baja), una crítica a las
        fuerzas negativas (primer piso) y la tragedia humana de la Revolución
        (segundo). Interrumpió estas obras en 1925 para pintar Omnisciencia, un mural
        en la Casa de los Azulejos; y en 1926, para realizar otro en la Escuela
        Industrial de Orizaba, una interpretación del periódo post-revolucionario.
         
 De 1927 a 1934 radicó en Estados Unidos. En Nueva York pintó una serie de cuadros que muestran el carácter deshumanizado y mecanicista
        de la gran metrópolis, y otra con temas mexicanos de la Revolución, en el Fray Hall del Pamona College, en Claremont,
        California, pintó el mural Prometeo (1930); en la New School for Social Research de Nueva York, varios
        murales (1930) sobre la fratenidad y la revolución
        universales, La esclavitud y el trabajo, y las artes y las ciencias, realizados
        conforme a las teorías de la simetría dinámica; y en la Biblioteca Baker del Dartmouth College de Hanover, Nueva Hampshire (1932-1934), la serie de Las migraciones, Los
        sacrificios humanos, La aparición de Quetzalcóatl, La
        cultura del maíz, La conquista y la evangelización, La industrialización, Angloamérica, Hispanoamérica, La ciencia, Sacrificio
        humano, Sacrificio moderno y Cristo destruye su cruz.
         
 De regreso a México, realizó un gran tablero para el Palacio de Bellas
        Artes que Justino Fernández denominó La katharsis (1934): "un mundo de horror (al decir del crítico, en Arte moderno y
        contemporáneo de México, 1952), mecanizado, embrutecido, prostituido y
        caótico..."
         
 De 1936 a 1939 tabajó en Guadalajara: en el
        Paraninfo de la Universidad pintó los muros del foro (El pueblo y los líderes
        al fondo, y alegorías al desamparo y a la revolución, en los paños laterales) y
        en la cúpula (las varias aptitudes del ser humano); en la escalera del Palacio
        de Gobierno, el gran retrato de Hidalgo empuñando una tea encendida, El circo
        político y Las fuerzas negativas; y en la capilla del Hospicio Cabañas, 40
        grandes frescos alojados en las secciones arquitectónicas de todo el conjunto.
         
 En general, el tema desarrollado por el artista de Zapotlán en el Hospicio sin duda su mejor y mayor obra es un resumen conceptual de la
        fisonomía histórica de México: el sanguinario mundo indígena; la inspiración
        heroica y religiosa de la conquista, sólo equivalente a su violencia; la visión
        de los agredidos, premonitoria del maquinismo; los signos tutelares de la
        ciudad y las fuerzas que la amenazan; los extremos del servicio social y de la
        demagogia; y los riesgos de la enajenación y la dictadura.
         
 En las pechinas, la Revolución; en el anillo las
        actividades creativas; y en la cúpula, sobre las alegorías antropomorfas de la
        imaginación, la reflexión y la creación, el hombre de fuego, envuelto en
        llamas, consumiéndose en su propia necesidad de realizarse.
         
 En 1940 decoró la biblioteca Gabino Ortiz de Jiquilpan.
        En el muro del fondo representó a México como una mujer que cabalga sobre un
        tigre, en un camino erizado de espinas; y en las paredes de los lados, escenas
        de violencia y sátiras sobre las masas.
         
 Ese mismo año viajó a Nueva York para pintar, por
        encargo del Museo de Arte Moderno, un tablero, dividido en 6 partes movibles,
        que tituló Dive Bomber; e
        inició los frescos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que terminó en
        1941. Pintó en este recinto un tablero sobre la escalera (El movimiento social
        del trabajo), dos a derecha e izquierda (haciendo crítica y burla de la
        justicia) y otro al fondo de la sala de pasos perdidos (Riquezas nacionales).
        De 1942 a 1944 emprendió la decoración de la iglesia del Hospital de Jesús, en
        la ciudad de México, donde sólo pintó la bóveda y los muros del coro y la
        sección siguiente de la techumbre de la nave, con representaciones de la
        divinidad y el demonio, y temas tan abstractos como el tiempo y la modernidad.
        En esos años y hasta 1946 hizo pintura de caballete, retratos y decoraciones
        para ballet.  En 1947 el arquitecto Mario Pani le ofreció la
        primera oportunidad para realizar una obra al exterior, en el recién terminado
        edificio de la Escuela Nacional de Maestros. El artista escogió el gran muro
        cóncavo que cierra el teatro al aire libre y proyectó Alegoría nacional,
  "con formas geométricas, líticas y metálicas. En el centro, al águila y la
        serpiente, representación de la vida y la muerte, representación de la tierra mexicana;
        a la izquierda, un hombre con la cabeza en las nubes asciende una escala
        gigantesca; a la derecha una mano pule piedra".
         
 En el vestíbulo del propio edificio, Orozco pintó al fresco unos tableros
        que denominó El pueblo se acerca a las puertas de la escuela. En 1948 hizo para
        la Sala de la Reforma del Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, el tablero Juárez redivivo, un monumental
        retrato del patricio, situado entre figuras de republicanos que empuñan armas y
        teas contra la aristocracia y el clero, y encima del cadáver amortajado de
        Maximiliano. En 1948 y 1949 pintó en la media cúpula de la Cámara de Diputados
        de Jalisco el retrato de Hidalgo como legislador y libertador de los esclavos,
        y en el frontón interior del recinto las figuras de Morelos, Juárez y Carranza.
        Dejó inconcluso un mural en la sala de conciertos del Conservatorio Nacional y
        otro, al exterior, en la Unidad Multifamiliar Benito Juárez, ambos en la Ciudad
        de México.
         
 Miembro fundador del Colegio Nacional, presentó en esa institución 6
        exposiciones, a partir de 1943. En la de 1947 mostró la serie de Los Teules, relativa a la conquista de México. Trabajó el
        grabado en 1935 y en 1944, y la litografía en 3 períodos: 1926, 1928 a 1930 y
        1932 a 1935.
         
 En 1946 se le otorgó el Premio Nacional de Artes. Fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Hay colecciones de sus dibujos y cuadros de caballete en el Museo Taller de Orozco en Guadalajara y en el Museo Carrillo Gil de la capital. 
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