Postales para celebrar en Tequila

El artista Miguel Ángel López refleja en su obra su fijación por pintar paisajes. A. GARCÍA

  • Exhibición de óleos de Miguel Ángel López

El Munat inaugura la exposición Ánimas, paisajes y luces

EL INFORMADOR.-GUADALAJARA, JALISCO.- Los recuerdos más importantes del artista tapatío Miguel Ángel López son los generados en su infancia. Estas imágenes integran la propuesta visual que ofrece en la exposición titulada Ánimas, paisajes y luces, cuya inauguración está prevista para esta tarde, a las 18:00 horas, en el Museo Nacional del Tequila (Munat), ubicado en la población que le da nombre a la típica bebida.

La muestra representa una excusa perfecta para salir de la ciudad y encontrarse con la naturaleza, así como con paisajes oníricos caracterizados por árboles flotantes que dejan al descubierto sus raíces.

Ánimas, paisajes y luces está integrada por 18 cuadros, todos óleos. En ellos, su autor recurre a los colores primarios para darle forma a las postales que componen cada una de las piezas.

La exposición incluye dos cuadros en gran formato, en los que el artista refleja su realidad histórica y sus vivencias.

"Manejo muchos horizontes, cielos y nubes, que me han marcado desde que tengo uso de razón", expresa Miguel Ángel López.

Su interés por retratar la naturaleza se debe a que "fue lo primero que me marcó, mi paisaje. Desde niño me transformaron los árboles, los que yo conocía".

Así, las piezas reunidas en la muestra son, en palabras de su creador, como un reflejo de su "fijación" por pintar paisajes.

Algunos de los árboles propuestos tienen raíces que a veces se transforman en zapatos y otras en llantas, para dar prueba de esos mundos oníricos.

"En todo el paisaje agavero siempre sobresale un árbol y es generalmente el árbol en donde los trabajadores se sientan a descansar o a comer", comenta el pintor.

Otras de las figuras representadas en los lienzos son las ánimas y los relatos que cuenta la gente. El pintor explora en el folclor para plasmar esos personajes.

Entre los elementos que Miguel Ángel López destaca en su trabajo están "la luz y los colores del arco iris, los que yo he visto. El color puro de aquí que permite jugar con el paisaje", manifiesta.

La exposición Ánimas, paisajes y luces es una de las actividades fuertes del programa cultural organizado para celebrar la fiesta del Grito de Independencia en la localidad de Tequila.

En síntesis

QUÉ. Exposición Ánimas, paisajes y luces.

QUIÉN. Miguel Ángel López.

CUÁNDO. Inauguración: Domingo 13 de septiembre de 2009, 18:00 horas.

DÓNDE. Museo Nacional del Tequila (Ramón Corona 34, en el Centro del municipio de Tequila).

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13 de septiembre de 2009  LA JORNADA JALISCO

 

Quienes detentan el poder nos quieren ver como tornillos, apunta el artista plástico

Los artistas no somos producto de la casualidad; dependemos de la realidad: López

 

Hoy inaugura en Tequila su exposición Ánimas, paisajes y luces

 

RICARDO SOLÍS

El artista plástico Miguel Ángel López Medina en su estudio

Lupa

 

 

El artista plástico Miguel Ángel López Medina en su estudio Foto: FOTO ARTURO CAMPOS CEDILLO

 

El día de hoy se inaugura a las 20:30 horas en Tequila, Jalisco, la exposición Ánimas, paisajes y luces, del artista plástico Miguel Ángel López Medina. El evento se llevará a cabo en el sitio que aloja la muestra, la Sala de Exposiciones Temporales del Museo Nacional del Tequila, y es organizado por el Comité de Festejos Patrios Tequila 2009 y el gobierno municipal de la localidad. En entrevista con La Jornada Jalisco, el pintor nos habla de su trabajo y la vinculación del artista y su labor con lo que acontece en el mundo.

 

De hecho, el contacto para que se concretara esta exposición se dio, apunta López Medina, “a través de amigos”; además, la muestra conjunta alrededor de 18 piezas, entre chicos, medianos y dos “casi grandes formatos”, todas ellas óleos sobre tela (dos de ellas sobre madera).

 

Respecto del título para la exhibición, el artista refirió que corresponde a “una lectura” de todo aquello que “desde niño” han significado para él “las lejanías, las lontananzas”, a partir de ello, se trata de la utilización “del paisaje como recurso”, que siempre le llamó la atención. Así, al darse la inserción del “concepto paisaje”, es cuando el pintor hace salir “el reflejo social”, de “lo que yo viví”, y comienza a cubrir dicho paisaje “con imágenes muy personales que uno va escudriñando”.

 

De esta forma, la idea de “ánima”, explica López Medina, no se desliga de animae, aquello “que tiene vida”; además, las “luces” se recalcan puesto que –en una obra como la del artista, caracterizada por vivos tonos y vivaces texturas– “el color, para mí, es luz”, sentencia heredada de sus maestros y, además, algo de “lo que manejaban los expresionistas e impresionistas”, cuando al final del siglo XIX y principios del XX comienza “toda la problemática de la luz y el color”.

 

Ahora, sin alejarse de elementos figurativistas, las imágenes en sus cuadros siempre están en transformación, lo que responde –apunta el artista– a “buscar la lectura del factor cuadro”, de la “acción luz o acción tripa”, porque se trabaja “con ideas que día a día se van modificando, está uno buscando” una luz o color, un espacio u hora del día determinado, esto es “una lectura de constante descubrimiento o de estudio total”.

 

En referencia al hecho de exponer precisamente en un contexto de “festejos patrios”, aclara el artista plástico que “no sabía nada” y, en realidad, se dio una postergación de la fecha, ya que se le había invitado “hace tres o cuatro meses” pero, destaca López Medina, “no se trata de exponer por exponer” sino de “proponer una lectura que converja” con los elementos del paisaje.

 

En dicho sentido, podría considerarse que estas obras “grosso modo” fueron elaboradas ex profeso para la exposición (aunque hay trabajos en ella, además de los recientes, que datan de hace dos y tres años), en el que juegan elementos del paisaje agavero que, finalmente –acota el pintor– “es el mismo paisaje” con el que se ha identificado siempre, “no estoy haciendo un paisaje marciano, sino de aquí”, lo que hace a la obra “una lectura de lo que pasa aquí”. La curaduría de la exposición estuvo a cargo de Javier Ramírez, quien –establece López Medina– seleccionó las obras, en función de lograr “un abecedario visual”, lo que el artista considera que es “hacer una curaduría de obra”.

 

En otro orden, para el pintor existe una manera de colocar en un contexto histórico los elementos que integran su obra, puesto que las “ánimas” presentes en ella “no son gratuitas”, ya que “fueron violadas, asesinadas, tasajeadas”, tanto por “bandidos, revolucionarios, cristeros, lo que sea”; así, en “el espacio mexicano del paisaje”, este concepto “existe desde que tengo uso de razón”.

 

En relación con sus expectativas para con quienes asistan, a su exposición, el artista estableció que, en su opinión, si una obra “está bien planteada visualmente, cualquiera puede verla”, cada pieza tendría “lo que uno logra y lo que no”, lo que establece “un juego interesante” con los elementos “visuales y personales” en los que se basa cualquier lectura que, en este caso, es de “paisaje, mágica, de color o de luz”.

 

Aunque esta muestra está integrada por óleos en exclusiva, López Medina aclara que “no nada más me clavo en eso”, pues lo mismo explora “la acuarela que el grabado en madera”; pero –respecto de la técnica al óleo– la describe como “una cocina interminable”, pues se trata de algo “que no se domina hasta que se aprecian las consecuencias visuales”, por eso se trata de “una cocina constante e infinita” que implica, lejos de “embarrar por embarrar”, que se debe “entender la materia del embarramiento” y tiene, por supuesto, su “poesía particular” y, tratándose de una técnica “de posibilidades infinitas” resulta “un oficio de nunca acabar”. De esta forma, el “asunto de las técnicas”, cuando se les logra “sacar brillo”, hace que una obra pueda resultar “increíble”.

 

También, asociando lo anterior con su noción de la necesaria “acción tripa”, precisa el artista que no puede pintar “cosas tibias o pasteleras”, y es así porque “respondemos a una circunstancia social muy cabrona”, en la que existe “un enorme descontento entre grupos” así como “un individualismo total” y una “falta de proyectos colectivos”, que nos obliga a reconocer la falta de “algo que se mueva”. De esta suerte, lo hayamos “hecho nosotros o el sistema”, vivimos “un tiempo decadente” que “nos ha metido todo hasta las tripas” y, en este sentido, es que hay quienes “se mueren de hambre y hacen arte, y quienes tienen todo y no hacen nada”, una paradoja siempre relacionada con poder y dinero.

 

En este tenor, esto afecta –enfatiza el artista plástico– “definitivamente” la labor del artista, “si hay conciencia”, porque no somos “producto de la casualidad” sino “social”, y “dependemos de las formas de la realidad” (aunque a veces las tomemos como ficción); un contexto en el que, quienes detentan poder, “nos quieren ver como tornillos y no como seres humanos”. Así, en el contexto nacional, “hay una manipulación política de ultraderecha, vía medios, espantosa”, motivo que hace que “lo que el artista pinta” sea importante, “independientemente de una estructura ideológica”, y trabajar para revertirlo acrecienta la “necesidad de ‘enseñar’ donde se pueda”.

 

Finalmente, para el pintor, la “paradoja de la historia”, es que “el arte no es –por desgracia– para el pueblo”, puesto que no puede adquirirlos como productos cuyo valor de mercado es elevado y queda “en una minoría que puede tenerlo para coleccionarlo”; pero la idea, asegura, es que se debe “pensar como se podría equilibrar el asunto, el problema de la creación en función con el pueblo”.