Artículos sobre cerámica y ceramistas
El universo fantástico de Sergio Bustamante
Teresa Arduino
La tienda parece una surrealista arca de Noé. A la
entrada hay un gran pegaso de latón, un mono de papel
maché y una cabeza humana hecha en cerámica, de la que brotan leones
pequeñitos. Adentro conviven pacíficamente cacatúas, leones, rinocerontes,
búfalos, tigres, jirafas, águilas, cotorras, más monos, más caballos, más
cabezas con alas, con sapos, con ardillas. Y en medio de esa jungla aparece el
creador, el amo y señor que ordena: -Tu serás de
latón, tú de cerámica, tú de papel maché. A ti te agregaremos nuevas plumas y a
ti te discontinuaremos, porque la gente quiere cosas nuevas.
Sergio Bustamante, el artesano creador de todas estas maravillas, es un soltero
de estatura mediana, tez morena, cabello cuidadosamente arreglado y mirada
inteligente. Nació en Culiacán hace 38 años, pero ha vivido en Guadalajara
desde los 11 y se siente jalisciense hasta las entrañas. Su tienda de Tlaquepaque es ya uno de los principales atractivos
turísticos de Jalisco.
Aunque terminó los estudios de arquitectura, ni se preocupó por escribir la
tesis: desde que estaba en la universidad, para ganar algún dinero montó con
unos amigos un taller donde producían lo que él llama "unas
cochinaditas" (artesanías para turistas comunes), pero con el tiempo se
superaron y empezaron a producir piezas excelentes, que los comerciantes les
arrebataban materialmente. Con el éxito las cosas volvieron a empeorar: se
impuso la necesidad de producir en masa, y la calidad de los productos bajó
catastróficamente. Deseoso de seguir haciendo piezas capaces de enorgullecerlo,
Bustamante vendió su parte del negocio e instaló un taller propio.
Todas
distintas
Ahora, en el taller de Bustamante trabajan 13 operarios que se ocupan del papel
maché, 12 del latón, 4 de la cerámica de baja temperatura, 2 que hacen grabado
en metal y 2 que sólo se ocupan de desarrollar nuevos colores, técnicas y
herramientas. Una red de 13 tiendas distribuidas por México y Estados Unidos
está dedicada exclusivamente a la venta de artesanías de Sergio Bustamante.
Todos los locales están decorados con muy buen gusto y en todos hay pedestales
e iluminación adecuada para que las piezas luzcan mejor. En el mundo hay muy
pocos artesanos que hayan alcanzado la posición de que disfruta Bustamante.
--Yo hago los diseños matrices y las primeras piezas –dice el artesano--.Una
vez que me satisface el resultado, las paso al taller para que las reproduzcan.
Pero ninguna pieza es igual a otra: todas varían en tamaño, color y detalles.
En realidad, para nuestro taller sería más difícil hacer las piezas iguales que
diferentes.
Por lo refinado de las piezas, a menudo alguien pregunta a Bustamante si en
verdad podrían ser consideradas como artesanía mexicana. –Por supuesto que sí
–responde éste--. Mi sensibilidad no es igual a la del artesano indígena que
trabaja en una milpa con paisaje de cerros y magueyes. A los dos nos duelen y
nos emocionan cosas distintas, pero aunque mis piezas sean diferentes de la
artesanía tradicional, su inspiración es popular y mi obra es mexicana porque
está enraizada en Culiacán y Guadalajara, no en China o en Escandinavia.
Precios
En cambio, Bustamante juzga con severidad a sus compañeros artesanos de
Jalisco. –El vidrio soplado, la cerámica y las demás artesanías que se hacen
actualmente son, casi sin excepciones, pura basura –dice--. Hasta en Tonalá escasean ahora los artesanos enamorados de su
trabajo y que se esfuerzan por producir algo diferente y bien hecho. El pueblito
mismo ha perdido su encanto y cada día está más sucio y lleno de cantinas.
La experiencia de Bustamante demuestra que hay abundancia de compradores para
el producto bien hecho. Aunque al principio los comerciantes decían que
Bustamante se había vuelto loco por querer vender sus piezas al elevado precio
que siempre han alcanzado (hoy día [1983] cuestan de 30,000 a 400,000 pesos),
ahora abundan los que materialmente imploran que les entregue más producción.
Y, por supuesto, hace mucho dejó de escucharse otra queja: que Bustamante,
siendo un artesano, exigía ser tratado como artista.
Aunque Bustamante pasa la mayor parte del tiempo en su tienda y en su taller de Tlaquepaque, a menudo viaja al extranjero para
mostrar sus trabajos. En Los Angeles se encontró hace
poco a una señora que posee una colección de 50 piezas de él, y todavía sigue
comprando más. Para atender a este tipo de clientes, Bustamante abrió en
California un "taller veterinario" en el que se reparan los daños que
suelen sufrir las piezas.
Este
artículo se publicó en la revista Contenido, en marzo de 1983.
Notas adicionales de 1997. Hasta donde
sabemos, Bustamante sigue activo y sus piezas han evolucionado en forma
constante. Cuestan por encima de los 500 dólares, y a veces mucho más. Ya no
hace tantos animales como antes, y su producción recientes es muy surrealista,
con niños "gordos" al estilo de Botero pero montados en bicicletas,
grandes esculturas en bronce y muchas "arcas de Noé" y huevos de
cerámica llenos de animales de fantasía, sapos, lagartijas, etc. También tiene
una línea de joyería, pinta por placer y se dejó el bigote (lo hemos visto así
en una foto reciente).
Ha sido copiado y fusilado sin piedad, y toda Guadalajara está llena de
versiones baratas de sus trabajos. Su espacio entre los artesanos y creadores
de México es bastante particular. En general los medios y los colegas no lo
consideran mucho, y pocas veces se lo menciona o hace exposiciones o muestras.
El Fondo para las artesanías, hasta donde sabemos, nunca ha vendido sus piezas,
seguramente porque no lo considera un "artesano típico"; también es
probable que él no quisiera hacerlo porque vende todo a través de sus propias
tiendas. En la época que lo conocimos, los compradores estaban muy
entusiasmados, sobre todo los norteamericanos. Hubo gente que, por no esperar
dos o tres semanas en que les llegaran sus compras por transporte de carga,
compraban un asiento adicional en el avión para llevar las piezas consigo. En
aquel entonces vivía con su mamá y su hermana, y su orientación sexual era
bastante obvia. Nos contó que la peor época de su vida fue cuando estuvo sin
habla. Lo operaron por un supuesto tumor en la garganta, que resultó ser un
problema de la tiroides. Al quitarla, el cirujano lastimó una cuerda vocal y estuvo
sin hablar durante meses. Le inyectaron teflón y al cabo de un mes pudo hablar.
"Lo primero que me salió fue un grito terrible, una cosa muy angustiosa
que nunca olvidaré. Ahora hablo más o menos bien, pero a veces como que quiero
decir algo y los sonidos no salen. No hay nada tan espantoso como no poder
expresarse". Si quiere ver algunas de sus obras recientes, de un search en Yahoo; encontrará una
página radicada en España y también algunos reportajes publicados por la
revista México Desconocido (busque entre nuestras ligas).
Para quienes no están en el secreto, Tlaquepaque es
un barrio cercano a la ciudad de Guadalajara, en el occidente de México; ahí se
concentran muchos artesanos, ceramistas, sopladores de vidrio y fabricantes de
papel maché. En la calle peatonal, donde se alínean negocios de curiosidades y antigüedades, está la tienda principal de
Bustamante. Tonalá es otro pueblo de Jalisco, a unas
dos horas de distancia, donde tradicionalmente han trabajado grandes ceramistas
como Ken Edwards y Jorge Wilmot.
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