|
|
||||||
|
|||||||
|
El Mundo es un lugar solitario, y eso Samuel Meléndrez
Bayardo lo sabe muy bien. Su mirada privilegia el despoblado territorio de
azoteas, tinacos y tendederos; pero también busca el momento y la perspectiva
para aislar las cosas y los lugares, y mostrar su singularidad: las horas de
la tarde en que nadie asoma en los balcones de un edificio, el páramo donde
los rieles esperan el paso de un improbable tren, la caguama que reposa,
vacía, sobre la banca de un ferry fantasma; las ultimas letras de una
marquesina, la maltrecha cajetilla en el suelo de un vagon solitario; poste
de luz y un semaforo contra la inmensidad del cielo. Y a pesar de su visión
extrañamente quirúrgica del paisaje urbano, Meléndrez encuentra la manera de
decirnos que - Por insólito que parezca en el contexto de sus cuadros -el
mundo sigue poblado por gente y el tejido de sus dramas cotidianos continua
desarrollándose, aunque sea mero ruido de fondo. En la obra de Samuel
Meléndrez, en sus imágenes, esta la ruta que nos lleva a otra ciudad, la que
siempre esta ahí y no tenemos tiempo para descubrir, por que espera, latente
y serena, el encuentro con una mirada.
|