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foto: Inés Palomar ver mas fotos
El
aro, el halo Tan
unidas por la distancia, Tienden,
a veces, una cuerda Muy
fina oscura Un
hilo entre sus cuerpos Las
enlaza. Es la única prenda Que
permanece, mientras todo Se
aleja. Ellas mismas. Solass,
en grupos de dos o tres Se
rozan apenas, se dan amparo Se
reconocen hermanas. En
una pena semejante, una congoja Anterior
a la luz oblicua, pálida Que
las envuelve en silencio. El
invitado, como el mismo mar, Desaparece
al tiempo de ser visto Y
deja, en el paisaje, algo menos Que
una huella, una pálida sombra. Ellas
se rezan, se rozan apenas Como
los últimos árboles de un bosque Último.
Son las solas sombras Bienaventuradas,
quietas, calladas. Tienden
lazos, se atan y se alejan En
barcas de nadie a donde nadie espera Y
tal vez Dios entonces, al aro, el halo Jorge
Esquinca Para la exposición Pinturas en Vela, Agosto 1998
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ANA LUISA RÉBORA, UN HALO DE MISTERIO METAFÍSICO Ana Luisa Rébora nos hace
viajar a través de un mundo de sugerencias plásticas de indecible belleza.
Es necesario poseer el sutil hilo de la mítica Ariadna para transitar
por su lumínico laberinto de luces y sombras del que van surgiendo sus
aparecidos en una atmósfera fantasmagórica donde cobran una presencia
más que real, presentida. Quieren guardar el misterio de su identidad
para que el espectador en un suspenso, vaya develando su íntimo misterio.
Lo más sobresaliente en las pinturas de Ana Luisa Rébora es la atmósfera
con la que ella arropa a sus personajes: hay brumas, hay nieblas de
una sutileza insospechada. Un verdadero concierto de claroscuro que
ella maneja con profunda destreza. Las gamas cromáticas que escoge para
enmarcar a sus figuras son infinitamente delicadas y muchas veces apenas
evidenciadas. ARMANDO ANGUIANO La Tribuna
del Arte
Kondelureskogen foto enviada por Ana Luisa desde Noruega |