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foto El Universal
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Las proposiciones de Felguérez
no nos entran por los oídos sino por los ojos y el tacto: son cosas
que podemos ver y tocar. Pero son cosas dotadas de propiedades mentales
y animadas no por un mecanismo sino por una lógica. Los espacios múltiples
no dicen: silenciosamente se despliegan ante nosotros y se transforman
en otro espacio. Sus metamorfosis nos revelan la racionalidad inherente
de las formas. Los espacios literalmente se hacen y edifican ante nuestros
ojos con una lógica que, en el fondo, no es distinta a la de la semilla
que se transforma en raíz, tallo, flor, fruto. La obra de Manuel Felguérez
es una obra versátil. Esto no significa que él como artista no sea fiel
a sus propias obsesiones. Lo es. Y precisamente de esta fidelidad a
la concepción abstracta de la realidad surge, como elemento clave de
su obra, la versatilidad. Encontramos en la producción de este pintor,
escultor y muralista mexicano etapas distintas, contrastes entre una
época de su vida y su obra y la otra. Y, sin embargo, cada una de sus
producciones está marcada por el estilo personal que, con el paso de
los años, Felguérez ha logrado imprimir al panorama de la plástica mexicana
contemporánea. Dentro de su variedad, de
la continua voluntad de cambio del artista, las formas de Manuel Felguérez
tanto en la pintura como en la escultura son siempre reconocibles, le
pertenecen de una manera inevitable, una y otra vez, en su diferencia,
estas formas lo muestran.
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